Memorias de Málaga

Historias de nuestro Parque

Esta hermosa zona verde, conseguida gracias a nuestro paisano don Antonio Cánovas del Castillo, ha servido de escenario para un gran número de usos: Feria, conciertos, puestos navideños y hasta para venta de los ricos barquillos

El alcalde inauguró con una panda de verdiales la reforma del Parque en 2007.

El alcalde inauguró con una panda de verdiales la reforma del Parque en 2007. / Javier Albiñana

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

El otro día, o mejor dicho, un día cualquiera, se me ocurrió pasear por el Parque de Málaga, que no tiene nombre propio aunque fuera obra de un malagueño de tono y lomo y que en las Cortes y en los ámbitos de alto copete hablaba con acento malagueño, según comentaban sus coetáneos. Este ilustre malagueño fue don Antonio Cánovas del Castillo.

El Parque, sin más aditamentos, hace unos años fue sometido a una serie de obras que, sin modificar su esencia, cambiaron radicalmente determinados usos. Por ejemplo, la retirada de las paradas fijas de algunas líneas de autobuses, la eliminación de los aparcamientos, carriles reservados a taxis y autobuses, sustitución del arbolado porque los plátanos orientales estaban en mal estado…

Como soy antiguo, eché de menos estampas del pasado, como las viejecitas que vendían trigo para las palomas (y palomos; defensa del masculinismo), los niños vestidos de marineritos corriendo detrás de las insaciables palomas y palomos o jugando al aro, algunos mayores (tercera edad) leyendo el periódico (los que sabían leer, porque desgraciadamente había muchos analfabetos entonces) o mirando a las tatas que cuidaban a la gente menuda.

Y merodeando entre unos y otros, los barquilleros, que con su artefacto dotado de una tosca ruleta ofrecían la posibilidad de que en lugar de un barquillo de canela por el precio de uno pudieras llevarte dos. Ya no hay ni barquillos ni barquilleros.

Recordé los mil y un acontecimientos que se sucedían a lo largo de los meses en el único lugar de esparcimiento existente en la ciudad, que era muy pobre en rincones ajardinados para disfrute del descanso y ocio. El Parque era, también, lugar de encuentro para protestar ante el Ayuntamiento por algún desmán o para reivindicar promesas incumplidas.

Algunos domingos se celebraban carreras de bicicletas, reservadas a los veinte o treinta ciclistas que practicaban este deporte, y en ocasiones, meta de grandes pruebas como la Vuelta a España o la de Andalucía.

El alcalde inauguró con una panda de verdiales la reforma del Parque en 2007. | JAVIER ALBIÑANA

Juegos para niños en el Parque. / Guillermo Jiménez Smerdou

Otros domingos, especialmente en las Fiestas de Invierno (15 de enero-15 de febrero), las carreras de motos copaban el recinto. Los precursores de Ángel Nieto, Dani Pedrosa, Alex Crivillé, y ahora Marc Márquez, con las motocicletas que había en el mercado y las que fabricaba el malagueño Ángel Muñiz, atraían a cientos de espectadores para vivir intensamente las incidencias de cada una de las pruebas.

Presenciar cómo giraban las ruidosas motos alrededor de la fuente de Las Tres Gracias, con peligro de derrapar en la maniobra, era un espectáculo que atraía a gran parte de la afición.

Por otro lado, el balcón de la Casa Consistorial jugaba un papel primordial en algunas fechas, como el pregón de las Fiestas de Agosto. Por allí han pasado malagueños destacados, como poetas, escritores, artistas, humoristas, actores, actrices, cantantes, deportistas… que han cantado las excelencias de nuestra feria.

Feria

Durante dos o tres años, alrededor de 1960, el Parque fue elegido como lugar idóneo para montar la Feria, iniciativa no muy afortunada por los daños causados en los jardines, plantas, árboles y mobiliario en general.

Esto aconsejó la búsqueda de un lugar de mayor superficie. Martiricos, el lugar elegido para montar la tradicional feria, fue desechado porque parte de la zona fue ocupada por el Servicio de Bomberos, se levantó la Escuela de Idiomas, se construyó la factoría de CITESA …

Después de Martiricos, el real de la feria y las atracciones y casetas, provisionalmente se trasladaron a solares de la Prolongación de la Alameda… y finalmente el problema se solventó con la compra de los terrenos del antiguo Cortijo de Torres, donde desde hace años se desarrollan todas las actividades… salvo las que celebran en el centro de la ciudad.

Anteriormente, y solo durante un año, alrededor de 1950, el Ayuntamiento, entre las atracciones de la Feria de Agosto, incluyó algo que en los años 20 del siglo pasado ya figuraba en los programas. Era la batalla de flores. En coches de caballos engalanados, jóvenes ataviadas a la andaluza paseaban por el parque arrojando flores a los asistentes que paseaban por la zona. Lo previsto era que los coches salieran a la altura del edificio de Ayuntamiento y descendieran hacia la Cortina del Muelle para retornar por el lado opuesto.

La cosa empezó bien hasta que un grupo de gamberros, en lugar de responder con flores a las jóvenes, lanzaron medios limones impactando en las ingenuas muchachitas. Fue una auténtica batalla campal, con chicas heridas, gritos, llantos y ojos a la virulé. Varios policías municipales de los que custodiaban la Casa Consistorial acudieron al descubrir que algo pasaba, pero ya era tarde.

Los autores del desaguisado se quitaron de en medio… y nunca se supo quiénes fueron los individuos que acabaron con la fiesta. Se señalaron como culpables a vecinos del barrio de Perchel, a los «señoritos de la Caleta», a gitanos… Tras la experiencia de aquel año, las batallas de flores no se volvieron a programar.

historias de nuestro parque

Feria del Libro en el Parque de Málaga. / Guillermo Jiménez Smerdou

Más usos

La Banda Municipal ofrecía los domingos conciertos en una pequeña glorieta del Parque, pero la proximidad con la Cortina del Muelle y el tráfico de automóviles, autobuses y tranvías impedían una correcta audición. La construcción del auditorio Eduardo Ocón en otro lugar, junto al estanque de los cisnes, mejoró las audiciones y permitió su uso como teatro, cine, concursos y veladas dedicadas al cante popular.

Pero no han terminado aún los usos del Parque. Ha sido escenario muchos años de la Feria del Libro, con numerosas casetas y firmas de libros por los autores; en Navidad, tradicionalmente, instalación de casetas para la venta de dulces navideños y de juguetes para los Reyes Magos; montaje de tómbolas con fines no lucrativos… y las carreras de camareros.

Hoy, como ayer, es lugar de cita para una manifestación en pro o en contra de algo, salida de la tradicional romería a la Victoria al comienzo de las fiestas de verano, los niños para subirse en el burrito… y añorar los pinchitos de Yudi y la ensaladilla rusa del desaparecido chiringuito de la Marina a la entrada bajo la sombra del también desaparecido espectacular Ficus lyrata o pandurata, que murió a consecuencia de los humos de los coches, el asfalto, los gusanos… y la vejez.