Crónicas de la ciudad

Continúan las colgaduras en la fonda de Andersen

Lo que en marzo pasado parecía una situación circunstancial por una obra vecina es hoy un bochornoso popurrí de cables en un edificio histórico de la Alameda

El número 8 de la Alameda Principal, esta semana.

El número 8 de la Alameda Principal, esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

En 2014, en el avance del plan especial de Protección y Reforma Interior del Centro Histórico de Málaga, la Gerencia de Urbanismo ya se marcaba como uno de los principales objetivos el que el casco antiguo fuera «una ciudad viva, llena de habitantes y variada en actividades, no tendiendo hacia una ciudad escenario, vacía de contenido». 

En este aspecto, parece obvio que la Gerencia patinó pues hoy el Centro de Málaga, aunque un boyante negocio para algunos sectores, se ha convertido en una suerte de ciudad ‘foránea’, aunque nos suenen los edificios, en la que la mayoría está de paso.

Pero, ya que el resultado es el opuesto al perseguido, habría que pedir a los gestores del ‘escenario’ que estuviera en las debidas condiciones de exhibición. Y en lugares tan céntricos e importantes como la Alameda, peatonalizada antes de ayer, que luciera especialmente. 

En marzo, esta sección se detuvo ante un ‘despeñe de cables’ en el lateral de la antigua Fonda de Oriente, el número 8 de la Alameda Principal, en el que durante unos días de 1862 estuvo alojado el gran Hans Christian Andersen. 

El edificio, con protección arquitectónica de primer grado, está siniestramente comunicado, por una guirnalda de gruesos cables, a un olvidable inmueble vecino, después de atravesar los aires de la calle Comisario, en cuyo lateral está el despeñe.

No se libra del ‘cablerío’ ni siquiera el único elemento del XVIII en este edificio del XIX: su espléndida portada, surcada por los negros cables de rigor. 

Detalle de la portada, cruzada por cables.

Detalle de la portada, cruzada por cables. / A.V.

Examinando fotografías del Google Maps se aprecia cómo la situación actual empezó a forjarse en 2014, cuando se desprendieron unas cajas junto al enjambre de cables. El descuelgue ha ido a más con el paso del tiempo y ya está a punto de cumplir una década sin que nadie lo encauce. 

En marzo, y porque no hay que pensar mal para acertar, esta sección pensaba que todo se debía a unas obras en el edificio vecino, el que no pasará la Historia de la Arquitectura, pero ahora que no se aprecia actividad, los cables siguen despeñados y cruzando el inmueble de Andersen, en el que en 1987 la colonia danesa recordó a tan famoso huésped con un panel de cerámica.

Cierto que nuestro Ayuntamiento no predica con el ejemplo y que tiene el Hospital Noble convertido en un expositor de aires acondicionados, pero resulta incomprensible, en el magno escenario del Centro, que permita semejante espectáculo en un edificio protegido y de relevancia histórica, cuando soluciones técnicas hay a porrillo. 

La función debe continuar, de acuerdo, pero dignamente. 

A pocos metros del edificio de Andersen, el número 12 de la Alameda Principal, libre de cables.

A pocos metros del edificio de Andersen, el número 12 de la Alameda Principal, libre de cables. / A.V.

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