Memorias de Málaga

La Málaga guapa y la realidad

Una nueva campaña municipal anima a los malagueños a mantener la ciudad limpia, sin embargo, los intentos de que Málaga esté limpia han fracasado siempre, como ese concejal que trató de conseguirlo en la calle Nueva

Barrenderos de Limasam, en la plaza de la Constitución, en la Feria de Agosto de 2022.

Barrenderos de Limasam, en la plaza de la Constitución, en la Feria de Agosto de 2022. / Álex Zea

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

«Málaga, te queremos guapa», «Ser limpios por Málaga». Dos frases o eslóganes elegidos para concienciar a los malagueños y residentes en nuestra ciudad para, por decirlo claro, que sean más limpios o menos ¿puercos?

Aplaudo la iniciativa de la marca Limpieza de Málaga Sociedad Anónima (Limasam) y apoyo su campaña. Por experiencia (96 años me contemplan), residente en Málaga, la Ciudad del Paraíso donde mejor se vive del mundo según algunas encuestas, donde extranjeros del mundo mundial adquieren pisos y residencias pagando millones de euros, etc., etc., dudo de la eficacia de esta campaña.

No es la primera vez ni la última, supongo, que nuestro Ayuntamiento intenta transmitir el mensaje para que, con perdón, no seamos tan sucios, y he optado por un adjetivo calificativo discreto, ya que en muchos casos se reclama uno más contundente.

Como la tónica de mi colaboración semanal en las páginas de este periódico es recordar hechos acaecidos, anécdotas, historias e historietas, personajes y curiosidades de la Málaga de ayer para que no se pierdan en el olvido, y en algunos casos determinados desconocidos porque son vivencias del autor de estas líneas, me veo obligado a pronosticar la inutilidad de esta campaña. Lo de «Málaga guapa» no va con un elevado número de pobladores de la Ciudad del Paraíso.

La campaña de 2023 no es más que un reiterado intento de educar a esa parte de la población reacia a recibir consejos, para que dejen de arrojar desperdicios a la vía pública en la que se desenvuelven a diario.

Muchos consideran normal tirar las colillas de los cigarrillos, los envoltorios de las cajetillas, los prospectos de anuncios que les han entregado en mano, las latas de las bebidas que han tomado para calmar la sed, las mascarillas utilizadas durante el Covidbasuras que se acumulan en las calles, plazas, paseos, playas, los dos paseos marítimos y en los lugares más insólitos.

Una campaña, un fracaso

Hace bastantes años (lo conté en 2015 en estas mismas páginas), siendo concejal de nuestro Ayuntamiento don Pedro de Castro Ibáñez, el alcalde de turno le confió la delegación de limpieza, o como se denominara entonces esta función (hago un inciso: Pedro de Castro ejerció como practicante - hoy graduado universitario en Enfermería - durante muchos años y llegó a presidir el Colegio Oficial de Practicantes. A punto de jubilarse optó por matricularse en la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga y así cumplir un deseo de juventud cuando en Málaga no había Universidad. Se matriculó como un alumno más y cursó y terminó licenciándose en Medicina y Cirugía).

Pues bien, a poco de tomar posesión del cargo en la corporación malagueña y respondiendo a las funciones de la concejalía adjudicada, Pedro de Castro llevó a cabo una campaña de limpieza con los escasos medios de entonces. En Málaga había ‘cuatro’ barrenderos, no había carritos, ni camiones para recoger basuras, ni sopladores… ni mangueras, ni agua para el baldeo.

Como informador me acerqué a la calle Nueva, la elegida para el inicio de la campaña. Allí encontré al ilusionado edil observando el reparto entre los peatones de una octavilla relativa a la campaña. El texto era muy sencillo. Se invitaba a no arrojar al suelo ningún tipo de basura. A media mañana, las octavillas repartidas entre los cientos de peatones que deambulaban por la calle Nueva, una de las más comerciales de la ciudad, tapizaban el suelo. Los malagueños respondieron a la campaña tirando al suelo las invitaciones a ser limpios.

El concejal estaba desolado por el fracaso de la campaña el primer día y en la primera calle.

la málaga guapa y la realidad

Voluntarios de Andalimpia retiran basura del arroyo de la Caleta el año pasado. / ANDALIMPIA

Un pregón

Todos sabemos lo que es un pregón, sobre todo cuando se acercan la Semana Santa o la Feria de Agosto. La figura del pregonero es insustituible. La definición de la RAE es un poco pomposa: «Promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos de algo que conviene que todos sepan». Pero en Málaga pregón tiene una segunda acepción. Es algo así como insultar a alguien, quitarle la razón a voz en grito, armar un escándalo. Bueno, los malagueños que me lean saben a qué me refiero.

Pregón fue lo que le dio a mi mujer una joven a la que afeó o recomendó en el paseo marítimo que no tirara al suelo el envoltorio de un helado. La señorita, o lo que fuera, le dijo que se metiera en sus cosas… y siguió tranquilamente lamiendo y engullendo un helado. De lo que no me acuerdo es si era de chocolate o fresa.

Ante conductas como la que acabo de contar no caben soluciones, salvo que el celador o vigilante de turno le meta por los hocicos el helado y el cucurucho de canela.

Incivismo

Recientemente el Ayuntamiento procedió a mejorar los alcorques de la arboleda del paseo Miramar. Un material, al parecer capaz de absorber el agua de la lluvia, ha sustituido el sistema tradicional de dejar los pies sin protección alguna…, lo que permitía a los perritos, perros y perrazos hacer sus necesidades fisiológicas.

Ahora, con la mejora realizada, los propietarios de perros de la zona siguen llevando sus mascotas a defecar en los nuevos alcorques, no preparados para absorber las caquitas de los animales.

Un vecino o varios, ante el mal uso de la mejoría llevada a cabo, decidieron colocar en cada árbol un pasquín rogando a los propietarios de perros que no los utilizaran para que sus mascotas hicieran sus necesidades.

Al día siguiente todos los pasquines fueron arrancados… y los dejaron ‘sembrando’ de papeles las aceras… y por supuesto todas las caquitas de sus perritos o perrazos en los remozados alcorques. Hubo dos o tres intentos con nuevos pasquines con igual resultado. La batalla la han ganado los ensuciadores.

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Coche de caballos por el Ayuntamiento, en una foto de archivo. / EFE

Bélgica y los Países Bajos

No soy enemigo ni de los perros, ni de los gatos, ni de los caballos, ni de los animales en general. Son seres vivos y hacen sus necesidades fisiológicas donde se hallen en el momento.

Estuve en Bélgica y Holanda (hoy Países Bajos) en 1976. En mi visita a una de las ciudades más bellas de estos países, Brujas, descubrí con sorpresa que los caballos que tiraban de los coches para pasear a los turistas por la ciudad, similares a los que tenemos en Málaga, tenían unos enormes ‘dodotis’ para que sus excrementos no ensuciaran la vía pública. Quizás uno de los motivos del magnate de Ferrovial, don Rafael del Pino, de llevar la sede de su empresa a los Países Bajos sea la limpieza de sus habitantes.

La Málaga Guapa que promueve nuestro Ayuntamiento tiene por delante mucho que aprender. Me cuesta trabajo imaginar a los caballos que se pasean en el recinto ferial del Cortijo de Torres con pañales…