Emblemas y blasones malagueños

Blasón del marquesado de Sonora

El marqués de Sonora murió en Aranjuez pero está enterrado en su pueblo natal 

Carlos III autorizó la fábrica de naipes de José de Gálvez en Macharaviaya

Fachada principal del Palacio Solesio, este mes.

Fachada principal del Palacio Solesio, este mes. / Álex Zea

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Uno de los más altos y eficientes funcionarios del periodo de regencia de Carlos III fue el malagueño José de Gálvez y Gallardo, nacido en una pequeña pedanía cercana a la localidad de Macharaviaya, una fría mañana del mes de enero del año 1720.

Era hijo de Antonio de Gálvez Carvajal y de Ana Gallardo y Jurado, ambos naturales de aquella localidad y provenientes de familias hidalgas, cuyos orígenes se remontan al antiguo señorío de Vizcaya.

El joven José, con gran esfuerzo de sus padres, fue enviado a la ciudad de Granada a estudiar y un año más tarde, a la Universidad de Alcalá de Henares donde demuestra con gran brillantez su inteligencia y ansias de alcanzar logros sociales.

A mediados del siglo XVIII llegó a la corte, donde bien pronto ejerció la carrera de Derecho. Al parecer, por una gran defensa que llevó a cabo en un pleito contra el propio Estado, su elocuencia y actitud en la causa, llegó a oídos del propio rey quien deseó conocer a aquel joven e impetuoso abogado. En 1749 contrajo matrimonio con María Magdalena de Grimaldo, con la que no tuvo descendencia debido a su rápida muerte, un año más tarde.

Años después volvió a contraer matrimonio con la francesa Lucía Romet y Pichelín, camarista de la reina Isabel de Farnesio, quien por su cercanía a los miembros de la Corona le abrió las puertas para trabajar como abogado en la embajada de Francia en España.

Al fallecer su esposa en 1753, heredó su fortuna, lo que le sirvió para consolidar su posición en la Corte. Más tarde, conoció al ministro Grimaldi quien le nombró su secretario. En 1762 es nombrado abogado de Cámara del príncipe Carlos (futuro Carlos III), posteriormente el propio rey Carlos le designó alcalde de Casa y Corte y le concedió, poco después, la Gran Cruz pensionada de la Orden de Carlos III.

En 1764 el soberano lo destina al Consejo de Indias como miembro y más tarde, inspector de la Hacienda y administración en América.

Durante su estancia en el continente americano en 1765, como Visitador general de Nueva España, fundó una gran colonia llamada Valle de Sonora, la cual, con el tiempo, adquirió un gran auge económico a través del comercio que sostuvo con nuestro país.

De igual forma llevó a cabo reformas monetarias y en las rentas reales. Como figura clave y representativa del Estado, intervino en el proceso de expulsión de los jesuitas en aquellas tierras americanas. Igualmente pacificó las revueltas de los naturales, como consecuencia de la salida de la orden religiosa y les concedió tierras.

De regreso a España en 1771, como ministro de Carlos III, presentó un proyecto ante el rey quien lo autorizo: la construcción de una fábrica en su pueblo natal, Macharaviaya, en el que se fabricarían naipes, que se venderían en exclusiva en América. Esta pequeña industria fue inaugurada en 1776 y ofreció trabajo a unos 200 vecinos de su pueblo natal y sus alrededores.

José de Gálvez

José de Gálvez / Real Academia de la Historia

Despacho Universal de Indias

Aquel mismo año, es nombrado Secretario de Estado del Despacho Universal de Indias y le encomiendan la reordenación del territorio hispano. De igual manera, dentro del Virreinato de la Nueva España, estableció una nueva comandancia que comprendía las Californias, Nueva Vizcaya, Nuevo México, Sinaloa y Sonora y más tarde, otras como Texas.

El ministro de Carlos III José de Gálvez nunca olvidó a su ciudad ni a su pueblo y propició su prosperidad, por este motivo fue denostado por algunos detractores de su trayectoria como alto funcionario.

En su mente siempre estuvo el bienestar de la comunidad malagueña. Por ello, a su venida a Málaga impulsó algunos proyectos que le presentaron las autoridades locales, como fue la creación de una escuela naval homónima de la de Sevilla, elemento clave para el resurgir de la marina real y comercial, denominado Real y Militar Colegio Náutico de San Telmo.

José de Gálvez, en 1775, en la plenitud de su vida, contrajo de nuevo nupcias con Concepción de Valenzuela, con la que tuvo un año después a su hija María Josefa de Gálvez y Valenzuela, quien sucedería en el título de su padre.

Otro de sus grandes aportes a la ciudad fue la de crear otro organismo muy importante para la población agrícola, como eran los cosecheros y labradores de Málaga: el Montepío de Cosecheros en 1776 e incluso redactó el propio reglamento que la regiría.

José de Gálvez, hombre inteligente, impulsó para Málaga la creación de un Consulado del Mar así como la Junta de Comercio con idea de aprovechar el intenso comercio y mercado con América. También es destacable su inestimable apoyo económico y político al proyecto de la traída del agua a Málaga, por medio del Acueducto de San Telmo, del que fuera obispo de Málaga José Molina Lario.

También impulsó otra obra de gran relevancia para Málaga como fue la Aduana en 1787. Se trató de un proyecto de la Corona en el que tanto el gobernador de Málaga Francisco de Unzaga y Aperribay como el administrador de Rentas Reales y director de las obras, Pedro Ortega Monroy, se implicaron totalmente.

La ciudad ciertamente agradecida por aquellos gestos de afecto le nombró su regidor perpetuo. Unos años más tarde, el soberano Carlos III el 9 de octubre de 1785, en premio a sus desvelos y aciertos en el servicio a la Corona, le concedió el título de Castilla de marqués de Sonora, con el vizcondado previo de Sinaloa, a José de Gálvez y Gallardo, de su Consejo de Estado, Superintendente general de Azogues del cobro y distribución de la Real Hacienda.

Este ilustre ministro e ilustre hijo de Málaga falleció en el Real Sitio de Aranjuez (Madrid) el 17 de junio de 1791, a la edad de 71 años. Sus restos como los de sus familiares se encuentran sepultados en la cripta de la iglesia de san Jacinto de Macharaviaya de Málaga.

Blasón del marqués de Sonora.

Blasón del marqués de Sonora. / Álex Zea

Descripción

El Cronista y Rey de Armas del rey Carlos III, Ramón Zazo y Ortega certificó en el estudio previo que ejecutó sobre la nobleza de la familia Gálvez las siguientes Armas correspondientes a los linajes que entroncaron con esta casa.

Cuartelado: 1. Partido en pal. 1º, de plata, un árbol de sinople y dos lobos de sable atravesados a su tronco y cebados de sendos corderos; 2º, de plata tres veneras de azur, bien ordenadas, por Gálvez; 2. Cuartelado: 1º, de oro, un banda de gules; 2º, en plata, una cruz hueca floreteada de gules; 3º, de plata, un león rampante de púrpura con la boca abierta y lengua sacada; 4º, de oro, un castillo de tres torres de su color, por Madrid. 3. De azur, una torre de plata de tres gradas y cinco almenas, y sobre las mismas, un lucero del mismo metal y alzados a un lado y a otro, un león de plata , por García; 4. De plata, dos cabras de sable en palo, por Cabrera.

Rodea al blasón el Gran Collar de la Militar Orden de Carlos III, y acolada lleva banderas, estandartes y elementos alegóricos a su estatus militar. Al timbre yelmo de frente con la grillera abierta, de marqués. El conjunto heráldico lleva manto de armiños y sobre el mismo corona de oro, símbolos de sus diversos cargos y dignidades que recibió por los muchos servicios prestados a la Corona.

Localización

Fachada del antiguo palacete situado en la calle de Granada, de Málaga, mandado a construir por Félix Solesio, gestor de la fábrica de naipes de Macharaviaya y fundador de la localidad malagueña de Arroyo de la Miel.

Este blasón de forma circular fue colocado por los años 40 del siglo XX en el frontispicio del inmueble por la marquesa de Berlanga del Duero.