Crónicas de la ciudad

El Ayuntamiento frena la Ley de Murphy

Hace seis semanas un grupo de vecinas mostró al Ayuntamiento una barandilla en tenguerengue en Nuevo San Andrés. Ayer la enderezó tras una brusca caída

La barandilla de calle Jerusalén, en Nuevo San Andrés, fue reparada ayer, después de desplomarse a la calle.

La barandilla de calle Jerusalén, en Nuevo San Andrés, fue reparada ayer, después de desplomarse a la calle. / La Opinión

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Al ingeniero aeroespacial norteamericano Edward Aloysius Murphy (Junior) se le atribuye la paternidad de la Ley de Murphy, que parece imperar en la política mundial.

Esto último se constata al menos si contemplamos el contexto actual, con la próxima ley española de Amnistía -asombrosamente dictada por los futuros amnistiados-, las inminentes elecciones amañadas en Rusia y las que pueden devolver al desequilibrado adolescente Donald Trump al poder, para regocijo del malvado Putin (el de las elecciones amañadas).

El señor Murphy comprobó, mientras experimentaba en 1949 con trineos propulsados por cohetes, que las pruebas iban ‘de culo’, con perdón y formuló su famosa ley: «Todo lo que puede salir mal, saldrá mal»

Resulta curioso cómo el ‘espíritu de la ley’ parece imbuido de la malafollá granaína, que como la definió un catedrático consiste en «la destrucción espontánea de la ilusión ajena».

Y si en política la ley de Murphy se constata con más frecuencia de la debida, durante seis semanas nos hemos topado con ella en un rincón de Nuevo San Andrés, en la segunda fase, la más próxima a la Ronda Oeste.

A finales de enero, este diario recorrió esta parte del barrio con un grupo de vecinas, hartas de la suciedad perpetua, en especial por una inaudita proliferación de cacas de perro que, a su juicio, se explica por el incivismo de algunos vecinos y por la inactividad de la Policía Local a la hora de multar a los incívicos. Los chips de las mascotas y los análisis de ADN de las cacas infractoras están para algo, recordaban.

También denunciaron la presencia de un par de barandillas rotas, con riesgo evidente de caída en una zona muy frecuentada por niños, al estar a dos pasos de los centros educativos de la barriada.

Suciedad y falta de mantenimiento en Nuevo San Andrés

La barandilla en tenguerengue, a finales de enero. / A. V.

Una de las barandillas, la de la calle Jerusalén, parecía al pique de un repique. En la RAE hay una expresión preciosa que la describe mejor que nada: estaba «en tenguerengue», es decir, sin estabilidad.

Seis semanas después del reportaje, el señor Murphy parecía dejar claro que la suya era una ley universal, porque la barandilla, lejos de volver al redil, había terminado por caerse con todo el equipo.

La barandilla, ayer,  justo antes de la reparación.

La barandilla, ayer, justo antes de la reparación. / A.V.

La Policía Local había llegado a precintar el entorno, para limitar al máximo el riesgo de despeñe. La buena noticia es que justo ayer, el Ayuntamiento se ha puesto manos a la obra y ha colocado la barandilla en su sitio, con lo que ha frenado la fatídica ley del ingeniero. Para propiciar un arreglo urgente, ¿el desarreglo tiene que ser total? Esa es la duda que pervive en el barrio.

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