Crónicas de la ciudad

Subida turística a Gibralfaro: el Bello Durmiente abre un ojo

Tras más de una década, el Ayuntamiento sale de su sopor institucional y realiza modestos pero esperanzadores cambios en la abandonada subida al Castillo 

Papelera libre de grafitis y pintadas, junto a una señal tirada, en la subida al Castillo de Gibralfaro, esta semana.

Papelera libre de grafitis y pintadas, junto a una señal tirada, en la subida al Castillo de Gibralfaro, esta semana. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Si el Ayuntamiento de Málaga fuera un personaje de cuento, en lo que respecta al mantenimiento de la subida al Castillo de Gibralfaro, una de las más concurridas de turistas, sería un Bello Durmiente.

Más de diez años ha permanecido nuestro príncipe municipal tumbado a la bartola, durmiendo un sueño profundo, mientras pasaba el tiempo y visitantes de todos los países eran testigos de la degradación del mobiliario urbano y del vandalismo.

Subida al Castillo de Gibralfaro esta semana.

Subida al Castillo de Gibralfaro esta semana. / A.V.

Ya hemos comentado que en esta ciudad tan ‘presencialista’, en la que todo pasa por lo que presencia y decide nuestro alcalde, poco amigo de delegar en exceso, daba la impresión de que Paco de la Torre llevaba sus buenos dos lustros visitando el castillo en coche oficial y no a pie, lo que explicaba el inexplicable abandono de esta cuesta que comunica el Paseo de Juan Temboury con el Castillo

El martes volvió a subir el autor de estas líneas temiéndose lo peor, a pesar de que estos días se celebra el Festival de Cine y de que Málaga vende sus virtudes turísticas en Berlín. Eran tantos los años de decepción que no había motivos para el optimismo. 

Sin embargo y pese a que la mayoría de los elementos vandalizados continúan exhibiendo la arraigada abulia institucional, hoy podemos dar una noticia esperanzadora: el príncipe encantado ha despertado del sopor y por lo menos, ya ha abierto un ojo. 

La prueba estriba en las papeleras, la inmensa mayoría ya sin la pléyade de pintadas y pegatinas que hacían juego con las vandalizadas farolas, algunas de las cuales -no tantas como las papeleras- también están libres ya de la huella vándala.

Pintadas veteranas en la subida al Castillo de Gibralfaro.

Pintadas veteranas en la subida al Castillo de Gibralfaro. / A.V.

Persisten eso sí, las pintadas en muros, muretes y escaleras de la cuesta. Limpiar estas gamberradas con tantos años a la espalda debe de ser tan delicado como restaurar la Capilla Sixtina, de ahí la ‘tensa espera’. 

Pintadas veteranas en el Castillo de Gibralfaro.

Pintadas veteranas en el Castillo de Gibralfaro. / A.V.

Y por supuesto, continúan los mismos grafitis ensuciando las paredes del Castillo. 

Y es verdad que el mirador de Gibralfaro sigue hecho unos zorros y cada día recuerda más a un sórdido decorado de peleas entre bandas, pero por ejemplo, la puerta metálica de una caseta, tradicionalmente atiborrada de pintadas, ha sido limpiada. 

El mirador de Gibralfaro esta semana.

El mirador de Gibralfaro esta semana. / A.V.

La puerta metálica, libre de pintadas.

La puerta metálica, libre de pintadas. / A.V.

En suma, el príncipe durmiente municipal comienza a espabilarse. Por ahora ha abierto un ojo así que hay mucha expectación por saber si permanecerá semialetargado unos años o pegará un brinco, saltará de la cama y se pondrá por fin a limpiar y adecentar este olvidado camino turístico, que para eso le pagamos el sueldo entre todos. Pronto lo sabremos. 

Suscríbete para seguir leyendo