Mirando atrás
Tesoros del Archivo Díaz de Escovar
La Fundación Unicaja continúa mostrando las piezas más curiosas y valiosas del Archivo Díaz de Escovar en las exposiciones temporales ‘Las joyas del ADE’, la última de las cuales recuerda el naufragio del vapor Génova en aguas del Puerto de Málaga en 1859
A las 9 de la mañana del 29 de noviembre de 1859 una inesperada explosión se escuchó en la ciudad de Málaga. El origen fue la detonación de una granada en la bodega del vapor Génova, un barco italiano contratado por el Gobierno español para conducir tropas y suministros para la Guerra de África.
Cargado con «2.000 arrobas de pólvora» y 750 bombas y granadas, muchos soldados se lanzaron al agua mientras el barco comenzaba a arder; ante la imposibilidad de frenar el fuego, «acordaron echarlo a pique a cañonazos», cuenta la prensa de la época.
Dos impresionantes grabados, con la Farola como vecina de esta tragedia, inmortalizaron la escena. «Los dos grabados los hizo el malagueño José Vallejo y Galeazo, que colaboró con la mayoría de revistas y periódicos ilustrados de la época y se alistó como voluntario en la Guerra de Marruecos», cuenta Rafael Valentín, responsable de Artes Plásticas de la Fundación Unicaja.
Las dos obras sobre el naufragio del vapor Génova del artista malagueño conforman la tercera exposición del ciclo ‘Las joyas del ADE’, con la que desde el año pasado el conocido Archivo Díaz de Escovar -en las dependencias del museo privado más antiguo de Málaga, el Museo Fundación Unicaja de Artes y Costumbres Populares- está difundiendo sus muchos tesoros.
«Nos interesa que estas exposiciones sirvan como una especie de gincana, de estación, en el sentido de que la gente se acerque, vea lo que hay, le entre curiosidad y se acerque a otro tipo de información», cuenta Noelia García, administrativa del museo, reformado y renovado en 2022 y que ocupa desde 1976 el antiguo Mesón de la Victoria del siglo XVII.
Como explica Ricardo Valentín, el Archivo Díaz de Escovar tiene unos fondos amplios y variados y la idea es ir mostrándolos de forma periódica con unas tres muestras al año, aproximadamente, siempre respetando «los criterios de conservación para que poco a poco podamos ir rotando los fondos».
Mientras habla, por cierto, se acerca al busto de Salvador Rueda a la entrada del archivo, obra de Francisco Palma García de 1931. Al lado del busto se encuentra, enmarcada, una corona de laurel: es la que recibió en el Gran Teatro Nacional de La Habana el 4 de agosto de 1910, cuando fue aclamado como ‘Poeta de la Raza’. Quién sabe si no protagonizará alguna futura exposición temporal.
Las dos primeras, por cierto, han tenido como elemento común la fotografía: La primera de ellas expuso las instantáneas -realizadas probablemente a finales del XIX- de los famosos barros malagueños, las esculturas de arcilla policromada coleccionadas por el inglés Peter Winckworth, quien a comienzos de los 70 del siglo pasado abandonaron el Reino Unido para formar parte del naciente Museo de Artes y Costumbres Populares de Málaga.
Lo curioso es que estas instantáneas, 11 en total, además de pequeños contactos fotográficos en papel satinado son las que sirvieron de archivo de catalogación al mencionado coleccionista británico.
Las viejas instantáneas, una reciente donación de Luis Víctor Temboury Ruiz, conservan el paspartú de la veterana casa comercial británica Boots y en ellas pueden leerse las medidas y características de las piezas. Como curiosidad, señala Rafael Valentín, una de las fotografías lleva al lado el calco a lápiz del sello de su autor: el escultor José Cubero, que tenía su estudio o tienda en el Pasaje de Heredia.
José Cubero Gabardón fue uno de los artesanos más populares y del que más figuras de arcilla policromada se conservan en la colección del Museo, que ha ido ampliándose con el tiempo; por otro lado y como recuerda en un trabajo el profesor de la UMA Sergio Ramírez, bajo el nombre de José Cubero trabajaron varias generaciones de escultores. Además, cuenta este profesor, durante su vida artística José Cubero recibió premios en las exposiciones de Londres (1851), París (1862) y Málaga (1867).
El año de la riá
La segunda de las joyas del Archivo Díaz de Escovar que se han mostrado al público ha sido una muestra de cinco fotografías de la riada del 24 de septiembre 1907, un año que ya fue conocido por los malagueños como «el año de la riá».
Las instantáneas, de las que el Díaz de Escovar conserva una amplia selección, son obra del conocido fotógrafo Miguel Osuna y como detalla Rafael Valentín, se ha tenido un cuidado extremo para que la luz no dañara el soporte físico de las imágenes.
Entre ellas, una poco difundida de la Alameda Principal, en la que también quedó una lengua de barro o las que muestran el interior de una posada de calle Mármoles en la que se ahogaron 19 animales.
Como explican Noelia García y Rafael Valentín, el Archivo Díaz de Escovar es visitable para investigadores previa solicitud, aunque desde que en 1999 la Fundación Unicaja inició la digitalización de sus fondos casi todo el archivo es accesible a través de su web.
De cualquier forma, los tesoros de este gran archivo privado, que no deja de crecer con nuevas donaciones, podrá disfrutarse gracias a estas exposiciones temporales. ‘Las joyas del ADE’.
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