Crónicas de la ciudad

Un arroyo para el alcalde que se preocupó del río

Junto al arroyo de los Ángeles se encuentra la calle del alcalde Pedro Gómez Sancho, bajo cuyo mandato se hizo el primer proyecto para canalizar el Guadalmedina.

El arroyo de los Ángeles, junto a la calle Pedro Gómez Sancho el pasado marzo.

El arroyo de los Ángeles, junto a la calle Pedro Gómez Sancho el pasado marzo. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Era de justicia poética que cuando menos, una calle dedicada a Pedro Gómez Sancho estuviera próxima a una corriente de agua, pues durante el corto mandato de este alcalde de la Málaga del XIX , informa el Ayuntamiento en su web, se llevó a cabo el primer proyecto para canalizar el Guadalmedina.

Se encuentra esta calle a pocos metros del arroyo de los Ángeles, en sus últimos pasos a cielo abierto antes de hacer el transbordo en el metro y continuar por el subsuelo hasta desembocar en el río que ya en la década de 1840 preocupaba a Pedro Gómez Sancho.

La calle que lo recuerda tenía un jardincito de eucaliptos que se vio azotado hace unos lustros por una maldición, si no bíblica sí incordiante: por pulgas. Se quejaban los vecinos de que el jardín era un erial y desde luego en verano lucía como un trigal desmochado y a jardín flaco todo son pulgas. 

La zona ajardinada de la calle Pedro Gómez Sancho, el pasado marzo.

La zona ajardinada de la calle Pedro Gómez Sancho, el pasado marzo. / A.V.

El Ayuntamiento no sólo acabó con ellas, también con la zona verde tal y como se conocía y en su lugar colocó un empedrado con plantas crasas, a modo de jardín japonés en versión local. Las pulgas parece que ya no volvieron.

Sí que subsiste todavía, por detrás del único bloque que cierra esta calle, un parterre que es un prodigio de jardinería privada, por la profusión de plantas que pueden crecer en esos pocos centímetros cuadrados. 

Por el lateral de este bloque culebrea el arroyo de los Ángeles, que unos metros más hacia el norte, en el momento de bordear el peñasco en el que descansa el Asilo de los Ángeles, parece una corriente de agua del norte de España, por tanto verde y tanta espesura.

Esta sección ya comentó hace unas semanas cómo, por desgracia, la basuraleza también crece en esos lares de ahí que asomen, en pleno cauce, botellas y ruedas sepultadas por el lodo vaya usted a saber desde cuándo.

Pese a este inconveniente, que es el santo y seña de los cauces urbanos en Málaga por el incivismo y la incapacidad estructural para limpiarlos con más periodicidad, este es uno de los rincones de la ciudad más bonitos y curiosos. 

Si seguimos el paseo hay que cruzar el túnel de la avenida de Valle Inclán y a continuación aguardan los restos grafiteados de la fuente de la Burra, cegada hace ya muchos años. 

Fuente de la Burra.

Fuente de la Burra. / A.V.

Pasada la fuente, se puede enfilar la cuesta del Asilo de los Ángeles, un monumento que está siendo felizmente restaurado, después de que este periódico informara de que la cimentación fallaba y se estaba inclinando. 

Estos son los ‘dominios’ ribereños de Pedro Gómez Sancho.

Suscríbete para seguir leyendo