Opinión | Tribuna

Lady Madrid

Isabel Díaz Ayuso en el balcón de la calle Génova

Isabel Díaz Ayuso en el balcón de la calle Génova / L. O.

Para analizar en profundidad los resultados de la elecciones a la Asamblea de Madrid del pasado martes, a modo de introducción habría que recordar que unos días antes de la celebración de la última convención nacional del Partido Popular en enero de 2019, Pablo Casado anunció, como apuesta personal, la candidatura de Isabel Díaz Ayuso para concurrir como candidata del partido a presidir la Comunidad de Madrid, entonces ejercía como secretaria de Comunicación del PP. Anuncio que haría junto a José Luis Martínez-Almeida para hacer lo propio encabezando la candidatura del PP para alcanzar el gobierno del Ayuntamiento de Madrid.

Un comunicado lanzado entonces a los medios de comunicación describía el porqué de esta elección «destacando que ambos son personas de la máxima confianza de Casado y representan a la perfección una nueva generación de políticos con un discurso claro en los principios liberal-conservadores del centro-derecha madrileño. Además de saber combatir ideológicamente los populismos y se les atribuye también un discurso moderno y eficaz que convence y emociona».

Elección que no estaría ajena de decisiones complejas, como la de prescindir de Ángel Garrido como candidato a la Comunidad de Madrid, el cual presidía en esos momentos como consecuencia de la dimisión de Cristina Cifuentes. Decisión del propio Casado para abanderar su proyecto y que Garrido encajaría mal y con poca elegancia, ya que aceptó ir de número 4 en las listas del Partido Popular que concurriría a las elecciones europeas y apenas unos días después, sin comunicarlo a su partido, anunció su marcha a Ciudadanos integrándose como parte de la candidatura que se presentaría a la Asamblea de Madrid en el número 13. Se sumaría así a los fichajes por los naranjas de José Ramón Bauzá, exsenador y expresidente de las Islas Baleares, y Silvia Clemente, expresidenta de las Cortes de Castilla y León. Fichajes que la prensa anunció como «Golpe de Rivera al PP».

En la actualidad Ángel Garrido ha anunciado que deja la política, Silvia Clemente está envuelta en un proceso judicial con su actual partido debido a un proceso interno poco transparente y mi querido amigo José Ramón Bauzá sigue como eurodiputado mientras la fuerza le acompañe.

Con este escenario Casado ejerce su liderazgo, rodeado de críticas y con el convencimiento de su apuesta en sus dos baluartes, da luz verde para que ambos concurran a los comicios autonómicos y municipales en Madrid alcanzándose unos resultados similares, aunque con una bajada considerable de votos pero sin darse el sorpasso de Ciudadanos, se logra mantener al Partido Popular como la alternativa real de gobierno recuperando ambos bastiones con el acuerdo de las formaciones de centro derecha.

La foto fija que nos dejan los resultados del pasado martes no viene más que a confirmar el acierto de Pablo Casado en la elección de sus candidatos, especialmente con Ayuso. Acierto que empezó a visibilizarse con la gestión de la pandemia frente a los desaciertos y la pasividad del Gobierno central. Visibilidad que se tornaba amenaza para el ejecutivo de Sánchez e Iglesias porque veían como empezaba a tomar decisiones en pro de la ciudadanía anteponiéndolas a cualquier interés partidista. Con medidas como la del cierre de los colegios tres días antes de que se decretara el estado de alarma en marzo de 2020, y ante el caso omiso de los SOS que lanzaba a Sánchez e Iglesias semanas antes con un Madrid en picos de contagios, los que ignoraban y sólo les preocupaban en asistir y no suspender la manifestación del 8M. El resto ya lo conocerán.

Los resultados han volcado varias cuestiones, como la marcha de Pablo Iglesias quedando como mártir, ojo se va pero a manejar los hilos de su factoría ideológica no sin antes dejar claro a sus levas que era consciente de la dureza de la batalla y del rival, pero tenía que intentarlo y frenar la sangría de votos de su formación, la cual ha conseguido porque venían de perder 20 escaños y han sumado 3.

En la guerra entre los extremos el gran perjudicado ha sido la formación de Santiago Abascal, que irrumpió en 2019 con 12 escaños y una tendencia al alza muy potente pero se ha desinflado quedándose como la formación, de todas las que suman, que menos ha subido en votos sumando un solo diputado más. Hay que tener en cuenta que estratégicamente Madrid no es Cataluña, que repetían candidata y la oportunidad desaprovechada de la pérdida total de representantes de Ciudadanos, crónica de una muerte anunciada. Circunstancias que sí ha aprovechado el Partido Popular superando en 7 diputados al bloque de izquierdas. No estaba precisamente en los votantes potenciales de Podemos el caladero de votos de Vox como ellos creían.

Los resultados del PSOE entornan la puerta que obliga a los socialistas a que entre el aire fresco en el PSM. Confirmando el acierto de la apuesta de Ayuso por Casado hace dos años dándole la razón, que junto al proyecto moderado del Partido Popular y la capacidad de gestión vuelven a demostrar que la formación azul es la única valedera para restablecer la situación de normalidad en nuestro país. Únicamente hay que dar la oportunidad como se ha hecho con Ayuso en Madrid, Juanma Moreno en Andalucía, Mañueco en Castilla y León, López Miras en Murcia o Feijóo en Galicia. Porque con los resultados de Madrid se confirma que el ciudadano quiere gestión y vivir en libertad alejado de toda crispación. Haciendo de estos valores la auténtica política, ni nueva ni vieja, política con mayúsculas como cada vez que se le da la oportunidad al Partido Popular demostrada con los gobiernos de las comunidades antes mencionadas y que serán la antesala de la llegada de Pablo Casado a La Moncloa para recuperar, una vez más y tras los gobiernos de izquierda, la normalidad de nuestro país. Porque como bien define Paulo Coelho, Casado no tiene miedo de ser el mejor, porque sólo los mediocres no son criticados.