Opinión | La señal

Cierto olor a pólvora

Ni Isabel ni Pablo pensaron nunca que se iban a encontrar en esta tesitura, enfrentados por el control del partido en Madrid, batalla en la que el presidente quiso embarcar a José Luis, el alcalde, sin ningunas ganas de este, para rebajarle los humos a la presidenta de la Comunidad, que iba como un cohete, unos dicen que con varilla y otros que sin ella. La verdad es que la ambición humana es, como se sabe, ilimitada, empezando por los cargos que se asumen sin dar juego al banquillo. Porque, vamos a ver, José Luis es alcalde de la capital de España, ¿y le sobra tiempo para ser el portavoz nacional?, ¿ocuparse de la Comunidad de Madrid no es suficiente como para dejar la presidencia del partido a otro compañero?, preguntarse ya si el presidente del partido debe ser también el candidato a la presidencia del Gobierno es… impertinente. Todos saben que las cosas son así, pero…

- Isabel, ¿no crees que estás yendo muy lejos y, por añadidura, perjudicas la imagen del partido?

- No sé, Pablo, a qué le llamas ir muy lejos, ¿quizá hasta dónde has llegado tú? Todos tenemos los mismos derechos.

- Desde que accedí a la presidencia he intentado sanear el partido, abrir las ventanas…

- Y a algunos se les han volado los papeles…

- Por favor, no hagas chistes fáciles.

- Es que dices unas cosas…, pregúntale a Cayetana si has saneado el partido…, la has depurado.

- A veces hay que tomar decisiones que no se entienden, pero que evitan problemas mayores después.

- Mira, el mayor riesgo es no aprender nada. ¿Por qué le hablaste de esa forma a Santiago en el Congreso?, ¿no ves que ahora tengo yo que gobernar con sus votos?, ¿o Juanma en Andalucía? Debes pensar aquello de «muera yo con los filisteos»…

- Todos tenemos una responsabilidad, y quiero que el partido permanezca unido y alejado de luchas intestinas, y por eso no me gusta ese cierto olor a pólvora en ti.

- Pues no, J´Adore, de Dior. Faltaba más. Tú tienes la oportunidad de demostrar a todos que eres capaz de vencer a Sánchez en las urnas. Ese es tu reto, y el de todos nosotros, pero deja que los demás quieran también en su ámbito llegar lejos, y los miedos déjalos en casa por la mañana antes de subir al coche.

- Tenemos en España la izquierda más reaccionaria y cavernícola de Europa y tú quieres dividir las fuerzas…

- ¿Qué quieres?, ¿que todos estemos a tu altura y que ni una hormiga te haga sombra? Vamos, hombre…

- Te estas equivocando, como cuando metiste al Rey en la polémica de los indultos a los golpistas…

- Pues sí, me equivoqué, ¿tú no, presidente?, ¿miro mis notas?

- ¿No te parece bastante la Comunidad?, ¿por qué quieres ir más lejos?

- No salgo de la Comunidad, quiero ser presidenta del partido en la Comunidad. Este es el modelo del partido, Pablo, te lo recuerdo, que no estoy inventando nada, otra cosa es que quieras tener el partido en un puño y centralizar el poder en Génova o en donde nos mudes. Te voy a decir lo que te pasa, con total lealtad pero también con sinceridad, que en absoluto son incompatibles: no quieres que después de las generales, si pierdes, uno de nosotros te suceda, quieres otra prórroga, quieres ser el presidente cuando sea. Pero ¿crees que puede arder Roma y nos vamos a dedicar a tocar la lira? No asegures tu futuro limitando el presente de los demás, por favor. Hay una letra de una canción, de Nick Cave, que dice:

todo avanza hacia su final,

todo avanza hacia su final,

ni lo dudes.

- Pero el de todos, Isabel. No solo el mío, tenlo presente.

- En eso estoy de acuerdo, Pablo. Me vas a permitir que vuelva al trabajo, queda mucha tarde por delante.

- Y noche, Isabel, y noche.

- Mira, me ha dicho una mujer a la que admiro, y que conoce el partido desde el principio de los tiempos, y a Paco Álvarez Cascos, a Arenas… que a Teo le quedan todavía algunas asignaturas para graduarse. Salúdalo de mi parte.

Shakespeare lo había escrito sin disimulos:

O viviré para escribir tu losa,

o vives y en la tierra me he

podrido.

Qué importa que yo caiga en el

olvido

si en mi canto inmortal tu

honor reposa.