Opinión | 725 PALABRAS

Contradicciones

Todos tenemos un gigantesco almacén de realidades contradictorias que presiden cuasi todos los actos de nuestras vidas. El que prestándole un poco de atención a todos ellos no se contenta es, simple y llanamente, porque le falta afición

"Subir para arriba" y "bajar para abajo" son variaciones de la misma vacuna lingüística contra el oxímoron, una pesudolicencia lingüística que evita cualquier contradicción y confusión respecto del sentido de la marcha. Otra cosa es saber qué es arriba y qué es abajo y dónde está lo uno y lo otro, que sin instrumentos de posicionamiento y/o navegación no siempre es evidente. El plano pseudohorizontal de nuestro planeta redondo también tiene su qué y su aquel en la intención de estas letras, si no obsérvese el "ven acá pa cá" castizo de los hermanos Quintero en sus retratos costumbristas de la Andalucía más profunda.

Por el contrario, las ciencias económicas, por distintas razones, obviamente, sí que se empeñan en perpetuar el sentido contradictorio de especificaciones presididas por el "crecimiento negativo", que es como el decrecimiento, pero distinto del todo, dicen. Antes de abundar en ello, valga señalar que existen dos tipos de contradicciones, la responsable y la irresponsable, y ninguna de ambas tiene nada que ver con sus polaridades, que son cosa distinta e imprescindible en la naturaleza y en la convivencia. Allende haya un ser humano habrá contradicción en sus dos vertientes. Allende haya varios una contradictoria colección de contradicciones será la constante vital. Basta un vistazo intencionado al intemporal refranero popular para verificar el escenario de lo imposible, en el que un infante que quiere comerse la vida somete a su padre a un apresuradamente amable y culturizante tercer grado:

–Papi, ¿qué es más verdad que la cara es el espejo del alma o que las apariencias engañan? –y ante el cariacontecido gesto de su padre, el niño sigue:

–Papuchi, ¿qué es más cierto que más vale pájaro en mano que ciento volando o que el que no arriesga no gana? –y prosigue:

–Papá, ¿qué es más veraz que en boca cerrada no entran moscas o que el que calla otorga? –e insiste:

–Tú que lo sabes todo, papá, ¿qué es más exacto que a quien madruga Dios le ayuda o que no por mucho madrugar amanece más temprano?

Y así, puestos en el papel del sufrido padre munificente, todos tenemos un gigantesco almacén de realidades contradictorias que presiden cuasi todos los actos de nuestras vidas. El que prestándole un poco de atención a todos ellos no se contenta es, simple y llanamente, porque le falta afición.

Nada que ver los ojos sordos, ni los oídos mudos, ni las bocas ciegas de la poética con las contradicciones con las que gobiernan nuestros gobiernos y, por ende, con las contradicciones que gobiernan nuestras vidas que parecieren pruebas fehacientes del todo vale, siempre y en todos los sitios a la vez. Matar so pretextos religiosos razonados, por ejemplo, es la reafirmación del contradictoriamente irresponsable significado de la vida y de la esencia de la persona. Y, por lamentable que parezca, sigue y seguirá siendo una constante mientras que el estado del sistema y el sistema en sí mismo sean una contradicción en estado puro.

La contradicción, a estas alturas del siglo XXI, es una especie de chafallo de tinta recia que ha ido creciendo y cambiando de forma a lo largo de los tiempos desde que el hombre es hombre. Antes de que el hombre gozara de su condición de sapiens, el orden natural no daba pie a la contradicción, porque a estas alturas del conocimiento ya es 'sabible' que no hay contradicción posible sin la participación activa del cerebro, entre otras cosas porque la salubérrima Naturaleza en sí misma, la de la ene mayúscula, no la manipulada por el hombre, no es contradictoria, sino todo lo contrario.

Por ejemplo, ¿Sería posible entrar en la diatriba de ser ateo sin que ni el dicente ni los escuchantes pensaran en Dios? Pues por eso...

La obsecuencia no pocas veces es la madre que engendra, amanta y cría a la contradicción irresponsable, porque solo bajo el precepto de obsecuencia a pie juntillas es posible que el hombre por el bien del sistema gobierne contra el hombre.

Cuando Groucho Marx afirmó que "inteligencia militar" era una contradictio in terminis no contradecía a Mahatma Gandi y su paremia en el sentido de que cuando se quiere la paz hay que estar preparado para la guerra, sino que, a mi entender, fue más absolutista en el sentido de cuál debería ser el verdadero único objetivo de la inteligencia.

A saber...