360 GRADOS

Pero ¿qué está pasando aquí?

El diario británico, favorito de la progresía europea, justificó el fulminante despido de Steve Bell, que ha sido su asiduo colaborador durante cuarenta años, por considerar “antisemita” su caricatura

Las elecciones generales en España, en 'The Guardian'.

Las elecciones generales en España, en 'The Guardian'.

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Sí, ¿qué está pasando en nuestro Occidente democrático para que despidan a un famoso caricaturista por publicar un dibujo satírico de Benjamin Netanyahu que al parecer no gustó a los defensores incondicionales de Israel?

El diario británico, favorito de la progresía europea, justificó el fulminante despido de Steve Bell, que ha sido su asiduo colaborador durante cuarenta años, por considerar “antisemita” la caricatura en cuestión.

En ella aparece un ceñudo Netanyahu con las manos enfundadas en sendos guantes, manejando con su derecha un bisturí con el que se dispone a sajar un trozo de su abdomen ue representa el mapa de Gaza. Todo ello bajo la leyenda: “Residentes de Gaza. Salid ahora”.

El periódico se negó a publicar el dibujo argumentando que era una referencia al usurero judío Shylock, personaje de “El Mercader de Venecia”, de Shakespeare, que acepta prestar dinero con la condición de que, si no se le devuelve la suma en la fecha acordada, el deudor se comprometa a entregarle una “libra de carne” de su propio cuerpo.

Bell se defendió explicando que el dibujo era, por el contrario, una alusión a un dibujo de los años sesenta del conocido caricaturista estadounidense David Levine que mostraba al entonces presidente de EEUU Lyndon B. Johnson con una cicatriz en el rostro que representaba el mapa de Vietnam.

¿Qué está pasando aquí, cuando se bombardean hasta los hospitales, para que no sea posible publicar la caricatura del líder de un país al que las organizaciones de derechos humanos de todo el mundo acusan de violar sistemáticamente en Cisjordania y Gaza el derecho internacional?

En épocas teóricamente menos tolerantes se publicaban en muchos diarios europeos caricaturas que se burlaban ácidamente de políticos, de monarcas o jefes de la Iglesia sin que nadie se rasgara las vestiduras como ocurre ahora con la de Netanyahu.

¿Qué está pasando para que la Feria Internacional de Frankfurt, la más importante de la industria editorial, haya decido, “por solidaridad con Israel”, suspender la premiación que tenía prevista de la escritora palestina Adanía Shibli”?

“Condenamos enérgicamente el terrorismo bárbaro de Hamás contra Israel, que contradice todos los valores de la Feria del Libro del Frankfurt”, escribió su presidente y director ejecutivo, Juergen Boos, , como si la autora palestina tuviera algo que ver con ese grupo terrorista.

La novela, que fue ya finalista del Premio Nacional del Libro de EEUU y del británico Booker, titulada “Eine Nebensache” (Detalle menor), se basa en una historia real ocurrida en 1949, un año después de la Nakba o expulsión de los palestinos de sus tierras por el nuevo Estado sionista.

Shibli cuenta la captura, violación y asesinato de una niña palestina por soldados israelíes, que tras someterla a todo tipo de humillaciones, la entierran en la arena.

¿Qué está pasando aquí para que en esa misma feria de Frakurt se acusa de antisemitismo al conocido filósofo esloveno Slavoj Zizek por decir que, si bien hay que condenar los ataques de Hamás, se debe escuchar también a los palestinos para entender el conflicto.

Y, finalmente, ¿qué está sucediendo para que, tras el ataque terrorista de Hamás y la también brutal respuesta del Gobierno israelí, en países europeos se prohíban sólo las manifestaciones pro palestinas, se detenga a quienes se atreven a protestar y se amenace a las organizaciones de ayuda a ese pueblo martirizado?