Opinión | Crítica musical

Perles debuta Manon

Ensayos de la ópera 'Manon Lescaut', que cierra la 35ª Temporada Lírica

Ensayos de la ópera 'Manon Lescaut', que cierra la 35ª Temporada Lírica / Álex Zea / Daniel Díaz

Málaga

Teatro Cervantes

G. Puccini. Manon Lescaut.

  • Berna Perles, Rodrigo Esteves, Carlo Ventre, Giacomo Prestia, Manuel de Diego, Marcelo Solís, Nicolás Calderón, Mari Luz Román y Alejandro Moreno.
  • Dirección escénica: Pier Francesco Maestrini.
  • Dirección musical: Daniel Montané.
  • 24 de mayo de 2024.

Con la primera de las dos funciones de este pasado viernes del drama de G. Puccini, Manon Lescaut, el teatro Cervantes de Málaga culminaba su XXXV Temporada lírica con la expectación del debut del rol de Manon por la soprano malagueña Berna Perles sin duda, lo más destacado de este último título de la temporada del Cervantes. No cabe duda del esfuerzo y la intención invertida por el coliseo malagueño, pero no siempre lo plasmado en el papel funciona en la escena y es aquí, en este punto, donde comenzaron vías abiertas de lo que aventuraban un irremediable naufragio que sólo la profesionalidad, las tablas en escena y una templanza de acero del elenco solista con Berna Perles a la cabeza pudieron compensar una producción musical lineal y transparente, sin sal.

De la producción procedente de La Bottega Fantastica de Catania cabe destacar la pesadez en los cambios de los elementos escénicos que ralentizó el desarrollo del drama planteada por el director escénico Pier Francesco Maestrini que dispuso los efectivos corales y figuración en los márgenes internos del escenario propiciando en el centro a los solistas. Pese a todo perdió la oportunidad de extraer movimiento en las figuraciones contando con un vestuario que invitaba al gusto por los detalles incidiendo en la idea de sucesión escenas o cuadros lo que propició hieratismo impropio y superable. Definitivamente insustancial y cuestionable.

Carente de sentido corrió la dirección musical de Daniel Montané. Esta inaceptable Manon le vino demasiado grande. Dibujó un primer acto desconcertante e incómodo gracias a dinámicas cercanas al histerismo, carentes de pulso y sentido musical a medio camino en un limbo emborronado entre lo pucciniano y lo wagneriano forzando innecesariamente a profesores, masa coral y solistas. Dirección plana sin ninguna definición con un primer acto insalvable y sin definición que iría virando gracias al desarrollo dramático de solistas, coro y el oficio de la OFM.

No lo tuvo nada fácil el Coro de Ópera de Málaga que debió capear la indefinición de la emisión -básicamente ruido- de la Filarmónica en el primer acto del que sólo se pudo apreciar un tibio rumor sin claridad y colores de las cuerdas tan sólo compensado por los esfuerzos de su directora Mar Muñoz Varo en la sucesión del resto de actos y escenas a costa de forzar la proyección del conjunto. Sí trascendió el trabajo previo del Coro que el mimo de una batuta solvente y atenta hubiera elevado en enteros el resultado deslucido que al final trascendió. Con todo, el Coro de Ópera pudo brillar en aquellos instantes en los que el foso no levantaba ese muro infranqueable que dominó toda la función a lo que nada favoreció la insistencia en ubicar el Coro de Ópera al fondo de la escena.

Con estos lances debió lidiar la ya de por sí comprometida tarea de la soprano malagueña Berna Perles que con tanto esfuerzo y madurez artística debutó en el papel de Manon trascendiendo de la dirección escénica y musical. Perles se distinguió por un arco dramático medido y ascendente. Su capacidad de abstracción -decididamente iluminada- y la experiencia en las tablas fue lo más significativo de toda la velada. Berna Perles fue creciendo en sentido dibujando un segundo y tercer acto donde puso de relieve una técnica vocal centrada en el fraseo y el apoyo con un centro vocal generoso y agudos cristalinos reservando recursos hasta el comprometido cuarto acto. No menos apreciable fue la participación de Carlo Ventre al que se le apreció cierta incomodidad al verse obligado a reforzar la emisión a cuenta del detalle vocal.

Ajustado apetece el Lescaut de Rodrigo Esteves y mucho oficio el Geronte de Giacomo Prestia. Manuel de Diego como Edmondo resolvería sin fisuras a pesar de las dificultades planteadas en el primer acto. Destacar finalmente, el madrigal del segundo acto de Mari Luz Román.