Investigación

Santa Teresa, la sombra que Gerald Brenan veía en las mujeres, también en Gamel

El investigador Carlos G. Pranger publica una selección de cartas inéditas entre el hispanista y su esposa

El investigador Carlos G. Pranger. | EFE

El investigador Carlos G. Pranger. | EFE / josé luis picón / efe. málaga

José Luis Picón / EFE

Casi todas las mujeres que se cruzaron en la vida de Gerald Brenan fueron para el hispanista británico, de una manera u otra, una proyección de la figura de Santa Teresa de Jesús, algo de lo que no escapó ni siquiera su esposa, Gamel Woolsey, sostiene el investigador Carlos G. Pranger.

«Brenan siempre tenía una tendencia a proyectar sus lecturas en la gente que iba conociendo y, en el caso de las mujeres, casi todas sufrieron una proyección de Santa Teresa de Jesús, especialmente de la lectura de sus cartas, que él consideraba un estudio psicológico de primer nivel», afirma en una entrevista con EFE Carlos G. Pranger, investigador de la obra del hispanista, a quien considera su «abuelo».

Mientras que Dora Carrington fue para él «una Santa Teresa extrema», en Gamel «veía algunas cualidades en relación con la sensibilidad y la manera de afrontar la vida y el mundo», y Brenan «se sentía como una especie de San Juan de la Cruz esperando que su diosa, entre comillas, le hiciera caso».

Pranger ha buceado en el legado de Brenan que atesora para publicar una selección de cartas inéditas entre Brenan y Woolsey en ‘Epistolario íntimo’, coeditado por Jákara Editores y la Casa Gerald Brenan de Málaga, que acogerá la presentación de los tres cuadernos de la obra el próximo 27 de octubre.

En esas misivas del tortuoso inicio de su relación se aprecian «ciertas diferencias de actitud, con un Gerald más efusivo, directo y entusiasta, y una Gamel más comedida y menos expresiva».

Ello se debe a «causas básicamente personales», porque «Gamel acababa de tener un matrimonio fracasado en EEUU y se había embarcado en una relación a tres bandas que le generaba mucho estrés emocional», y Gerald, que venía de su episodio fallido con Dora Carrington, «estaba un poco más recompuesto y buscaba una relación más seria».

«Brenan se lo tuvo que currar, y tuvo que picar piedra para conseguir el corazón de Gamel. Se dice que fue un matrimonio por interés, pero una unión de cuarenta años no puede ser de conveniencia, y queda claro con este epistolario», resalta Pranger.

Su búsqueda en los archivos tuvo una emotiva sorpresa, cuando apareció entre las cartas un pequeño sobre en el que Brenan había manuscrito «Gamel’s hair. 1930-1932» y que, efectivamente, contenía un mechón de pelo de ella, junto a un poema que dedicó a quien sería su marido, que Pranger sostiene en sus manos mientras relata el hallazgo.

Tan aficionado a los místicos españoles, Brenan llega a hablar de «martirio» por la incertidumbre en la que le sumía Gamel, a la que definió así el amor que sentía: «Es una conversión religiosa, y tú eres la santa que adoro, por la que pongo en tela de juicio todas mis opiniones y reflexiones...»

Tras las dudas de ella, llega «un momento en que las defensas caen y Brenan, entre comillas, gana, pero le costó mucho trabajo». «Gamel no era una persona precisamente sencilla. Llevaba tras de sí un montón de vivencias y de mala suerte, la muerte prematura de su padre, la vida bohemia en Nueva York, su primer matrimonio, cuatro abortos y los rechazos editoriales. Era una persona de una gran complejidad y acceder a ella no debió de ser sencillo».

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