Coloquio

Antonio Banderas conquista a los jóvenes en el Teatro del Soho

El actor malagueño reconoce que «el teatro es una droga muy poderosa, no sólo para los del escenario, también para el espectador». Tras la pregunta de una estudiante, recomienda a los jóvenes que tengan los ojos «muy abiertos» ante el futuro «muy incierto y complejo» que les espera. A las instituciones, las anima a ser más valientes en su compromiso con la cultura

Reflexiones, aforismos sobre el escenario y el humor más cálido de Antonio Banderas y Alessandra García en un encuentro para acercar a los más jóvenes a la magia del teatro

Roberto Montero Parada

Para aquellas mentes que piensen que el teatro ya no llena, que la cultura camina con bastón y los jóvenes ven el mundo a través de la cámara de su flamante smartphone, bienvenidos a la debacle: expresivos aplausos de un Teatro del Soho CaixaBank que nada tienen que envidiar a los leitmotivs del ‘Cantar de los nibelungos’, de los que Antonio Banderas reconoce, tras revisar la obra entera de Wagner, que ahora ha entendido. 

Los actores y, por una mañana, maestros de la performance Antonio Banderas y Alessandra García (ganadora de un premio Max y responsable de programación en el Contenedor Cultural) se coronaron este viernes como los reyes de la colina sobre el escenario. El cuadro del Cautivo en el camerino del presidente del teatro, confesado en la intimidad, le dio suerte para salir al escenario: estudiantes de la ESAD, ESAEM, diletantes del arte y demás curiosos del escenario protegían robustos el silencio del coloquio. 

Arropados por confidencias y desahogos, derroches de humor malacitano e innovaciones teatrales como bajarse de la tarima para comentar las disyuntivas de los viandantes. El atractivo e ideal envoltorio para unas reflexiones que dejaron en la mente de los jóvenes «mucho en lo que pensar», explicaba Gabriel, de 21 años, alumno de Comunicación Audiovisual en Málaga. 

«El Soho nace de un ataque al corazón», reconocía Banderas, que, para el asombro de la sala, dijo que fue «uno de los momentos más felices de mi vida». Además, el malagueño aseguró que «el teatro es una droga muy poderosa, no sólo para los del escenario, también para el espectador».

El actor Antonio Banderas durante el coloquio

El actor Antonio Banderas durante el coloquio / ÁLEX ZEA

La ponencia, o charla entre amigos, o guía para futuros artistas se sostuvo por su propio peso, y no precisamente por ir muy preparados. Ya lo dijo García: «no tenemos ni idea de lo que vamos a hablar». Sólo llevaban tres palabras: escuchar, en relación al cierre del discurso de Meryl Streep en Asturias; habitar y sorprenderse a sí mismos.

El significado tras los complicados comienzos del actor en su ciudad natal y las representaciones en plazas de las que salió apedreado, el preciosismo del verbo ‘jugar’ en el teatro, las preguntas personales entre ambos malagueños, la incitación a las instituciones públicas del mundo de la cultura a ser más valientes… Detalles cada vez más barrocos que ayudaron a confeccionar el marco de una obra por la que se pretende coger de la mano a los jóvenes y acercarlos a la cultura del teatro.

Aluvión de interrogantes

El público se mostró impulsivo por contrastar sus dudas con las de ambos actores malagueños. Las preguntas volaron disparadas, largas y profundas, desde todas las esquinas. Una valiente estudiante inquirió: ¿cuál es el futuro de los jóvenes en el mundo? Los asistentes le aplaudieron y, en una breve broma, los actores huyeron despavoridos. 

El actor Antonio Banderas y Alessandra García mantienen un encuentro con jóvenes en el Teatro del Soho CaixaBank.

Un instante de la charla entre García y Banderas, en un abarrotado Teatro del Soho. / Álex Zea

Además de dejar sorprendidos a los asistentes con el acento y las raíces de El Perchel del Gato con Botas, Banderas le contestó que «es un futuro muy incierto y complejo, se os obliga a tener los ojos muy abiertos».

El punto y final, incluso mejor que las preguntas incipientes de alumnos y estudiantes presentes, lo pusieron dos personajes: poderosos, imprescindibles y a los que el propio Banderas se refirió durante la charla. Pero que en ningún momento dejaron de ser inadvertidos secundarios. Como el actor mismo dijo tras levantarse: «una silla en un escenario no es una silla: es teatro. Si la dejas sola y le metes una música de fondo puedes reflexionar sobre la soledad, por ejemplo». 

Y ahí estaban después de todo, recibiendo su minuto de gloria, desprovistos de mirada alguna: dos sillas en el escenario, solitarias, con tenues luces para engalanarlas y una suave música de fondo. Porque eso es el teatro: significado.