Automovilismo

"¡¡¡Trata de arrancarlo, Carlos, por Dios!!!", el grito de rabia de Moya cumple hoy 25 años

24 de noviembre de 1998: Carlos Sainz y Luis Moya, bicampeones del mundo de rallys (1990 y 1991, con Toyota), pierden su tercer título mundial en el RAC de Inglaterra cuando su Corolla se paró, a 400 metros de la meta, por una fuga de aceite

"¡Trata de arrancarlo!", se cumplen 25 años del grito de Moya.

"¡Trata de arrancarlo!", se cumplen 25 años del grito de Moya. / YouTube

Emilio Pérez de Rozas

Carlos Sainz, el padre, sí, el grande, el bicampeón del mundo de rallys (1990 y 1991, con Toyota), el tricampeón del Dakar (2010, 2018 y 2020), uno de los tres mejores pilotos de rallys de la historia, ni se acordaba ayer de que hoy se cumplen 25 años (24 de noviembre de 1998) de la mayor desgracia (“una de las pocas, sí, una de las escasas”) de su carrera deportiva, que no fue otra que perder, a 700 metros de la meta del RAC de Inglaterra, que se disputaba en País de Gales, su tercer título mundial de la especialidad.

“Pues no, no recordaba que mañana (por hoy), se cumplen 25 años de aquella triste sorpresa, de aquella noticia tan cacareada”, contó Sainz, desde la habitación en uno de los lujosos hoteles de Abu Dabi, donde está acompañando a su hijo, que este fin de semana da por cerrada una excelente campaña con el equipo Ferrari en el Mundial de F-1. “No me acordaba, Emilio, y me hace ilusión que me lo recuerdes porque, ya ves, contrariamente a lo que puede estar pensando mucha gente, me provoca una sonrisa, pues, repito, aquella desgracia fue de las pocas que he sufrido a lo largo de mis 43 años como profesional".

Sainz, cómo no, llevando en el ‘asiento del miedo’ a su inseparable Luis Moya, iniciaron, en un día primaveral, la recta final de 1.200 metros, campo a través, frente a un inmenso castillo en el que se encontraba la organización del rally, su camino hacia la gloria con su juguetón y potente Toyota Corolla, heredero del deportivo Celica, con el que consiguieron sus dos títulos mundiales.

Qué manera de gritar

Les faltaban 700 metros para la tercera corona y el Corolla se detuvo, poco a poco, lentamente, fruto de una fuga de aceite. La imagen es histórica, sí, por eso la recordamos. Moya bajó del coche con un extintor en la mano, abrió el capó delantero del coche, trató de apagar la humareda que salía del motor mientras gritaba sus cinco legendarias frases, una detrás de otra: “¡Trata de arrancarlo!”, “¡trata de arrancarlo, Carlos!”, “¡trata de arrancarlo, por Dios!”, “¿no arranca, Carlos?” y “¡me cago en su puta madre!” Normal, acababan de perder su tercer título.

Juanjo Lacalle, manager de Sainz durante toda su carrera, recordaba ayer como vivió aquellos minutos de angustia, en la meta del rally, a los pies del precioso castillo, junto a Reyes, esposa del piloto madrileño. “Yo llevaba un ‘walkie-talkie’ en la mano y no paré de preguntarle a Carlos qué había ocurrido. De pronto, oí la voz entrecortada de su ingeniero, casi muda, que me decía, ‘se ha roto el motor, Juanjo, se ha roto el motor’. Recuerdo que Reyes no podía creérselo y me dijo: ‘Déjame oírlo, Juanjo, que tú no sabes inglés, no puede ser, no ha dicho eso’. Y, sí, sí lo había dicho”.

Carlos Sainz.

Carlos Sainz. / Andrew Eaton / EFE

“Yo no lo olvidaré en la vida”, explica Moya. “Pero, mira, hemos tenido tantos triunfos, cosechado tantos elogios, acaparado tantas victorias que uno siempre se queda con lo mejor. Y lo mejor fue ser el copiloto de uno de los más grandes, bueno, del más grande de todos los deportistas que he conocido. ¡Carlos empezó a ganar a los 17 años, cuando se proclamó campeón de España de squash! y, ahora, a los 61 años, aún sigue ganando. No me importa haber convertido en histórico aquel grito, solo me importa haber formado parte de una hermosa historia en compañía de Carlos”.

Aman Barfull, amigo personal de Sainz y Moya, el hombre que organizaba el mítico Rally Catalunya-Costa Brava, puntuable para el Mundial, estaba allí. “Bueno, estaba allí, junto a ti, Emilio, junto a ti”. Cierto, también estábamos a las puertas del castillo, de la gloria. “Yo fui como observador de la FIA, aunque hubiese ido igual, como aficionado. Y fue, sí, muy duro. Pero recuerdo que aquella misma noche, Carlos ya estaba pensando en seguir peleando, porque ese es el espíritu de los grandes deportistas, no darse por vencidos ni siquiera cuando pierden un título mundial a 700 metros de la gloria más absoluta”.

"A aquellos que hablan de mi mala suerte, les diré que ¡ojalá! todos los deportistas españoles tuviesen la misma mala suerte que he tenido yo en mi carrera"

Carlos Sainz

— Bicampeón del mundo de rallys y poseedor de tres Dakar

Cuando le preguntas a Sainz qué opinión le merece aquellos que se mofan de su mala suerte, contesta: “No merecen opinión alguna. Lo único que puedo decirles, tras 43 años como profesional, es que miren mi palmarés. Bueno, eso y pedir para todos los deportistas españoles, para todos, la misma mala suerte que he tenido yo a lo largo de mi brillante carrera deportiva y, por supuesto, la posibilidad de defender en la vida tan bien como me he defendido yo para sacar mi familia adelante”.

“¿Mala suerte, Carlos?”, se pregunta Juanjo Lacalle. “Toda la mala suerte que ha tenido Carlos en su vida ha sido que hace poco se murió su padre, con 97 años. ¡Esa ha sido toda su mala suerte! Como dice él, para mí quisiera la mala suerte de Carlos” “Es de risa que hablen de mala suerte cuando la gente se pronuncia sobre la carrera de Carlos”, señala Moya, “alguien que a su inmenso talento ha añadido una tremenda e inigualable capacidad de trabajo, sacrificio e inteligencia. El talento se le supone a millones de deportistas, la capacidad de trabajo, no”.

Sainz va recordando poco a poco aquella desgracia. “Fue duro, ¡claro que fue duro! ¡cómo no va a ser duro perder un Mundial a 700 metros de la meta y por algo que no depende de ti! Costó recuperarnos, pero seguimos peleando. Hasta hoy. Aquella desgracia nos hizo más fuertes y, luego, vinieron cosas muy, muy, bonitas. Siempre he pensado que estos tropiezos te hacen más fuerte, te endurecen y, sobre todo, te demuestran que la vida no se acaba ahí, sino que empieza de nuevo. O sigue”.