Amor supremo

Un buen director de cine no busca que nos caigan bien sus personajes sino que los comprendamos, que nos alegremos con sus aciertos y los acompañemos en sus errores, aunque parezcan imperdonables. Y de ésos comete muchos, muchísimos Santiago, el protagonista de 'Ámame', un hombre que ha hecho de la búsqueda del placer una persecución obsesiva, al límite de casi todo. Leonardo Brzezcki demuestra ser uno de esos buenos directores, valiente en el dibujo de un carácter idiosincrático que, en otras manos, podría haber resultado repelente, distante, indefendible. Y eso es porque el argentino no busca defenderlo, tampoco reivindicarlo; simplemente pretende retratarlo en una zozobra que parece infinita y compartir con nosotros lo visto y vivido.

Para ello cuenta con la mejor de las ayudas, la de un Leonardo Sbaraglia absolutamente imponente, humanísimo en todo momento, en sus explosiones de ira, en su hambre de sexo, en su mirada melancólica, de dolor subterráneo; el intérprete entrega todo de lo que dispone con generosidad en un acto de amor supremo hacia Santiago y de compromiso con los espectadores. Ante tal despliegue de emociones sólo podemos dejarnos llevar para ser un privilegiado acompañante en este viaje, entre lo abisal y lo crepuscular, entre la turbulencia y la reconciliación con uno mismo.

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