Los equilibrios difíciles

Justin Lerner se propone un ejercicio de equilibrios difíciles en 'Cadejo Blanco', una película que es un thriller seco, el paisaje de un submundo, el retrato de una singular heroína y un lacónico miembro de una mara (banda criminal) de Guatemala y alguna que otra cosa más. Le cunden al de Boston los 125 minutos de la película, extraordinaria, que atrae y engancha sin golpes bajos, manteniendo un tono contemplativo pero contundente, despacioso pero vibrante, apto para los públicos cinematográficos más casuales, no del todo exigentes, pero, al tiempo, satisfaciendo a los espectadores que buscan estilo y potencia autoral, una mirada distintiva.

Karen Martínez incorpora desde la economía de gestos a esa enigmática Sarita, la chica sensata y responsable que acepta traspasar un puñado de líneas rojas por encontrar a su hermana desaparecida, de la que nos gustaría saber mucho más; como también sucede con el ganguero interpretado por Rudy Martínez, que parece haber salido de un polar de Melville pero, claro, habitando las zonas más marginales y depauperadas de Guatemala (en concreto de un pueblo, Puerto Barrios, que dota a la acción de un cierto aire de western en algunos momentos). Junto a ellos Lerner compone una historia contundente, un vistazo a los arrabales de la sociedad guatemalteca pero sin panfletos ni denuncias cansinas (aquí vemos a los mareros asesinar a sangre fría y, después, celebrar casi como los chavales que son su hazaña), una crónica violenta pero responsable, sin morbo ni espectacularizaciones. Hay muchas películas en 'Cadejo Blanco' y todas son un gustazo.  

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