Estreno

La malagueña Paz Jiménez cierra el Festival con risas y «respeto al diferente»

La realizadora cerró ayer la Sección Oficial, fuera de concurso, con Como Dios manda, una comedia protagonizada por Leo Harlem

Leo Harlem, Paz Jiménez, Stephanie Magnin y Daniel Pérez Prada. | NOMBRE FEQWIEOTÓGRAFO

Leo Harlem, Paz Jiménez, Stephanie Magnin y Daniel Pérez Prada. | NOMBRE FEQWIEOTÓGRAFO / alicia g arribas. málaga/efe

Alicia G. Arribas

La malagueña Paz Jiménez clausuró ayer el 26 Festival de Málaga con la proyección de su ópera prima, 'Como Dios manda', una comedia blanca donde se «reparte a diestro y siniestro» y no se libra ningún colectivo, si bien la risa y el respeto sobresalen sobre cualquier otra consideración.

Con historias pequeñas que van arropando una historia troncal, el descubrimiento de «los tonos grises» de un funcionario radical y chapado a la antigua, que interpreta con solvencia Leo Harlem, 'Como Dios manda' está (increíblemente) basada en hechos reales, ha contado la guionista Marta Sánchez, que se apoyó en relatos de una amiga asistente social y un funcionario padre de un hijo trans.

Según explicó ayer el equipo de la película, se trata de «tomar todo esto que ofende a tanta gente y que causa tanto debate político, y darle la vuelta: Vamos a reírnos un poco, porque no es simbolizar, es reírnos de todo y los funcionarios cobran también», advierte Jiménez.

La comedia tiene como protagonista principal a Harlem, a quien arropa un magnífico elenco, empezando por su jefa, María Morales, y sus compañeros de oficina Daniel Pérez Prada, la malagueña Stéphanie Magnin, Santi Ugalde, Maribel Salas y Mariola Fuentes, además de un espectacular Julián Villagrán que canta y baila un espléndido número gay en el escenario del Orgullo, y un enorme «cura» al que da vida Pepín Tre.

«No hemos elegido solo un tema -explica a directora debutante-, habla del abanico plural que se se puede dar en la sociedad; hay una trama trans, se toca el racismo a través del personaje de Rohaia, se habla de feminismo, de colectivos en riesgo de extinción». Pero ni se mete en polémicas políticas ni en discursos, «para eso ya están las arenas políticas como están; al final -resume Jiménez-, habla del respeto y de la convivencia más allá de ser trans, de otra raza o de otra religión».

«Cuadrado (Harlem) es un retrógrado, machista y machirulo, pero los modernitos más abiertos socialmente también tienen que convivir y abrirse y aceptar a este tipo que, a priori, les horroriza, porque la convivencia es bilateral, y no es sólo que la gente chapada a la antigua tenga que abrirse, ojo, hay que ser comprensivo», afirma la directora.

Y es que Cuadrado, como su nombre indica, «es un hombre que lleva su trabajo a rajatabla y quiere que todo el mundo sea como él en todo, en el trabajo, en la vida, y en todo, y él, como funcionario perfecto, no puede entender al que se escaquea, va a por él y le machaca, y por eso se monta el pollo», detalla Harlen.

«Es un radical para quien todo es blanco o negro y se encuentra en un mundo donde cada vez hay más grises y se tiene que adaptar», aunque para ello necesita la ayuda de Ana (Magnin), una deliciosa compañera que es capaz de darle el cariño y la paciencia que necesita: «Con cariño y ternura, el amor se abre paso», dice la actriz malagueña.