Diario de lecturas

Algunos de mis mejores amigos no me conocen

Éric Vuillard

Éric Vuillard

José Luis G. Gómez

Hay escritores de los que te conviertes en fiel lector, y en los mejores casos esa relación sucede de forma que casi parece un romance. Cuando menos te lo esperas, has firmado con ellos un contrato que puede parecer matrimonial, y cada vez que publican un nuevo libro tú ya estás en la librería pagando por tu ejemplar sin apenas haberlo abierto ni haber leído una sola línea –solo te aseguras de que esté en buen estado-. Sé que muchos sienten esa conexión con, por ejemplo, Arturo Pérez Reverte, pero no es mi caso –tampoco es hoy el día en el que quiera dilucidar por qué, además esos artículos contra el autor de ‘La piel del tambor’ me aburren de manera profunda desde hace mucho tiempo-. Uno de esos autores con los que he firmado un imaginario contrato de fidelidad es Éric Vuillard, del que Tusquets acaba de publicar ‘Una salida honrosa’, otro de esos relatos históricos tan personales y críticos que nos entrega cada poco tiempo el escritor francés. Por supuesto, lo compré sin molestarme en leer ni una sola palabra, y sin necesidad de recibir ninguna recomendación. Esa es la clase de fidelidad que ofrecemos a nuestros escritores predilectos, con la esperanza de que ellos nos den lo que crean que es mejor, lo que necesiten. Somos sus mecenas, y ellos nuestros artistas. Seguro que Vuillard siente también esa relación, aunque no conozca a casi ninguno de sus lectores.

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