Poesía

Rafael Cadenas y la conexión Rilke

El autor venezolano, Premio Cervantes 2023, publica un homenaje personalísimo a su admirado Rilke

Poesía de creación sobre la creación entendida como búsqueda vital, misterio, lectura y origen; Rafael Cadenas en estado puro

El venezolano Rafael Cadenas.

El venezolano Rafael Cadenas. / L. O.

La poesía nunca ha sido un país de grandes fiebres. Ni siquiera en la época del romanticismo, cuando ante la ausencia de tenistas o intérpretes de cítara de melena disociada, los poetas asomaban la nariz por encima de sus trifulcas gremiales y eran recibidos con el mismo regocijo o saña de la que disfrutaban hermanos de cofradía mejor avenidos como los autores de teatro, que a veces, para colmo, coincidían en la misma persona, lo cual daba a sus versos un brillo como de trasluz del que se podían extraer pingües beneficios, aunque, en todo caso, menores a los de un comendador o un héroe de la patria. La poesía, y más en este siglo, vive confinada en su ruidosa paradoja, siendo pendenciera e inmortal de puertas para adentro, y apenas un comodín a utilizar convenientemente a modo de aureola en juntas de mayor apego o interés social como las de la política, el rock o las gazmoñadas de papel satinado. Rafael Cadenas, a quien muchos comenzaron a leer a partir de un poema, Derrota, que precisamente habla de la insignificancia, le ha venido el clamor popular e internacional en la etapa de la vida en la que más molestan los flases: con más de noventa años y un desencanto a prueba tanto de omisiones putinescas -Maduro, el presidente de Venezuela, no le llamó por teléfono tras convertirse en el primer venezolano en ganar el Cervantes- como de cortejos identitarios. Y mucho más si vienen impelidos por la ideología, a la que ahora considera una suerte de fósil recalcitrante para el pensamiento. No digamos ya para la libertad. La libertad decimonónica o, incluso, socrática, digo. No la pamema con resaca de algunas comunidades autónomas.

A pesar de su militancia juvenil y de haber sufrido el terceto de hostilidades común a todo régimen cuartelario -esto es, dictadura, cárcel y exilio- Rafael Cadenas nunca ha sido un poeta fácil de emplear como estandarte de lujo en los asuntos que en muchas ocasiones hacen que los poetas salgan de su exiguo camarín y se conviertan en celebridades. En gran parte, por su temperamento, discreto y poco amigo, incluso, en su admirable labor como docente, de histrionismos y retóricas heroicidades, pero también por la naturaleza de su voz poética, que ha conseguido que incluso entre las banderas de Venezuela que se vieron en la entrega del Cervantes resulte prácticamente imposible referirse al poeta sin disertar acerca de su poesía, que es una de las más originales del castellano y, sobre todo, un ejemplo de coherencia respecto a un hombre que libró su gran batalla literaria contra la hojarasca del ego y llevó la lengua al límite con el único propósito de expresarse. Un sanchopancismo en medio de quimeras quijotescas que ha marcado con un rayo de humildad y exploración toda su obra. Y que se revela también en un modo de entender la lectura inseparable de la refriega espiritual y creativa. El profesor -ganador de una beca Guggenheim- que defiende que la poesía es experiencia y disfrute más que aprendizaje es al mismo tiempo el autor de algunos de los poemarios dedicados a otros autores más interesantes de las últimas décadas. El último, que es también su título más reciente, ‘A Rilke, variaciones’, publicado por Galaxia Gutenberg y con prólogo inmersivo y casi tan luminoso como el libro a cargo de Jordi Doce.

Enfrentar la escritura de un homenaje lírico a un escritor al que se admira es, sin duda, una operación de alto riesgo. Entre otras cosas, por la deuda contraída, pero también por las dificultades para moderar el entusiasmo y no incurrir en emulaciones estilísticas o en vasallajes todavía más afrentosos como el de la cursilería. Justo lo que siempre ha sido ajeno a la poesía de Cadenas, que, en este salto mortal, lejos de dejarse seducir por el magisterio -tan presente y diluido en su escritura como los de Hölderlin, Michaux o Pessoa- mantiene el pulso de su propio estilo y la indagación que sacude la palabra hasta alinearla con la búsqueda esencial y metafísica (la suya, la de Rilke y la del lector, lo cual es meritorio). En este gran libro de creación, por momentos casi un tratado filosófico y una muestra de su ars poética, Cadenas dialoga con Rilke en ese terreno subcutáneo, hecho de sombras y de intuiciones, que sobrevuela y contiene todo acto relacionado con la poesía. Esa actitud olvidada en la que la expresión se llena de silencios -pocos autores manejan mejor esa cadencia que el venezolano- y se asoma tanto a abismos como a epifanías y que también conecta con el aliento que define su literatura, en la que los quiebros iluminados y la esperanza parecen siempre emerger entre cenizas inconmovibles. La lectura de Rilke que es escritura en Cadenas. El poeta de la derrota. Y qué es el hombre y el poeta sino una fulgurante derrota, decían. Poesía y poeta, con o sin ínsula, que sigue desgarrando.

Portada del libro de Rafael Cadenas.

Portada del libro de Rafael Cadenas. / L. O.

Rafael Cadenas

  • A Rilke, variaciones
  • Editorial: Galaxia Gutenberg
  • Precio: 11,00 €