Crónicas de la ciudad
Céntrica escombrera junto a la calle Esperanza
La expropiación de tres casas para unir la calle Victoria con Lagunillas se quedó en el derribo. Mientras se culmina, el solar resultante es un despropósito
Nadie puede tener una ‘problemática’, incluso en el peor de los casos tendrá un ‘problema’ a secas. La reconversión de un adjetivo en un sustantivo de pega (pero más largo que el original) evidencia un ansia de prestigio, en la falsa creencia de que ‘una problemática’ será un problema con más repompa y sustancia.
Para quien tenga dudas entre estos dos conceptos, bastante problemática es la situación en un ajado rincón próximo a la calle Victoria.
Es una zona en la que durante varios lustros nuestros políticos marearon la perdiz con las tecnocasas, sin que terminaran de fraguar y el resultado fue un estética cercana a Kosovo. Se trata, claro, de Lagunillas, un barrio siempre con proyectos en el horizonte, el último de ellos una nueva versión, parece que más realizable, de las tecnocasas. El día que arriben de verdad quizás se produzca algún prodigio en el cielo.
Pero mientras se materializan, nuestros prohombres y promujeres de la política han dejado la casa sin barrer. En concreto, entre finales de 2018 y el año 2019 se demolieron tres casas en la calle Victoria para permitir la futura conexión de esta vía con Lagunillas y la calle Poeta Concha Méndez, como puede consultarse en el PGOU de 2011; eso sí, salvando buena parte de la plaza vecinal de calle Esperanza.
Pero la esperanza comienza a coger un tinte verde mustio, porque cuatro años después, el derribo sólo ha servido para que se cocine en su propio jugo el solar resultante.
Las prisas urbanísticas se quedaron en la demolición y para la segunda parte del proyecto se toman su tiempo y dos huevos duros.
Y aquí viene la situación problemática, porque algún tipo de perturbado superhéroe sin localizar ha forzado de alguna patada -o empellón de camión- el solar resultante de las tres casas que hicieron mutis por el foro, así que el viandante y el vecino de estos andurriales tienen delante una parcela desvencijada, abierta a todo tipo de inconscientes y desaprensivos.
Eso sí, las vistas son espléndidas pues tenemos enfrente la capilla de calle Agua y al fondo, la casa hermandad del Rescate. La situación nos recuerda la de la parcela del Astoria, con esa visión de la Alcazaba que en breve se irá a hacer gárgaras por ese miedo a los espacios abiertos y por la secreta vocación de gestor inmobiliario que tienen casi todos nuestros cargos públicos.
El solar junto a la plaza de calle Esperanza es un despropósito con vocación de escombrera en el corazón de Málaga. Si la unión urbanística no acelera, ojo con la parcela. Ya tenemos un problema.
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