Crónicas de la ciudad

Declaración medioambiental de amor a la Torre del Puerto

Con la decisión política ya tomada, el informe de impacto medioambiental de la Junta de Andalucía es una romántica declaración de amor a este dañino misil hotelero

Impacto visual de un rascacielos de 135 metros desde Gibralfaro, según el estudio de la UMA de 2017.

Impacto visual de un rascacielos de 135 metros desde Gibralfaro, según el estudio de la UMA de 2017. / La Opinión

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Con la decisión política tomada con creces por la Junta, que aplaude la tropelía desarrollista de la Torre del Puerto, había que ser muy ingenuo para esperar un Informe Ambiental Estratégico opuesto a este gran atentado paisajístico contra Málaga. De haber sido así, su máximo responsable habría sido amablemente invitado a dirigir la Delegación de la Junta en los Urales

Claro que para justificar este atropello contra la Bahía, el anacrónico retorno urbanístico a los años en que se perpetró el barrio de La Malagueta, se requiere salero administrativo.

El primer intento de la administración andaluza por maquillar la fechoría urbanística no salió muy bien. El inmortal pasaje del anterior informe, que subrayaba que si alguien cambiaba de posición -pongamos que se daba la vuelta- dejaría de ver el rascacielos, parecía inspirado por el humorista Eugenio y no por una administración profesional costeada por todos. 

Escarmentados quizás por el ridículo, en este nuevo informe no hay chanza sino una constante declaración de amor a la Torre del Puerto. De esta manera, uno no sabe si lo que la Junta defiende es un rascacielos de 150 metros de altura en el peor sitio posible -ni rastro de los 116 metros prometidos por los cataríes en 2020- o los Puentes de Madison

Uno de los detalles más enternecedores de la administración autonómica, por cierto, es el haber incluido los montajes publicitarios de los promotores, a la hora de justificar el ‘escaso’ impacto visual de un edificio que superará en 20 metros al Monte Gibralfaro

Da la casualidad de que el jefe del equipo de la UMA que en 2017 realizó el informe del impacto visual real demostró en este diario que una de las infografías publicitarias era un 37 por ciento más pequeña de lo que correspondía a la realidad. Como para fiarse. 

Pero para los ‘enamoradizos’ responsables de la Junta sólo importa el impacto del hotel catarí sobre el BIC del Centro, en teoría sólo apreciable si uno se aleja mar adentro. Únicamente lo verán miles de cruceristas al año. 

Las horrendas vistas que para los próximos siglos nos regalará la torre desde Gibralfaro y muchos otros puntos de Málaga carecen de importancia; también el hecho, denunciado por el Colegio de Arquitectos, de que el mamotreto logrará anular la presencia de la Farola «como elemento emblemático de la ciudad». 

Y claro, además jubilará la Farola sin motivo tras más de 200 años funcionando, pues su haz de luz, que se sigue viendo desde 25 millas náuticas (46,3 kilómetros), quedará obstaculizado para siempre.

Lo dicho, amor a primera vista.  

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