Crónicas de la ciudad
Prosigue a buen ritmo la demolición de Pedregalejo
Aunque en Málaga gobierne una formación conservadora, lo cierto es que conserva lo justito, por eso ha caído uno de los edificios más antiguos y bonitos de este barrio
Algún día, los genetistas darán a conocer la noticia de alcance mundial: los malagueños portamos el gen del ‘nuevo rico’ y no hay maquillaje museístico ni barniz cultural que pueda con él.
Herederos de los fenicios y de los comerciantes de media España y parte del extranjero enriquecidos tras la apertura comercial del Puerto de Málaga con América, tan legendaria herencia se sustanció en el imaginario popular en el ‘merdellón’, el hombre poco refinado, brusco y adinerado que fue elevado a personaje literario por Galdós en su brillante tetralogía sobre el prestamista Francisco Torquemada, inspirado en nuestro paisano José de Salamanca.
Los malagueños hemos salido ‘nuevos ricos’ aunque no tengamos un duro, de ahí que las posibilidades de multiplicar los ochavos primen sobre cualquier consideración. Por eso, como dice mi amigo Ramón, aunque en Málaga gobierne una formación conservadora, que justo hoy -muchas felicidades- enlaza su octava legislatura tras arrasar en las elecciones, lo cierto que es que conservar, conserva lo justito.
En un contexto de presión inmobiliaria y negocios boyantes, no hay obstáculo que nuestro Consistorio no pueda derribar. El último, una de las casas más antiguas y bonitas de Pedregalejo en el arranque de la avenida Juan Sebastián Elcano. La Asociación de Vecinos de Pedregalejo reclamó algún tipo de protección arquitectónica para este inmueble de al menos 120 años, pero si en su lugar arriban pingües beneficios para cualquier privado, ¿qué pintan aquí la belleza o la Historia? Por algo este barrio lleva cerca de 40 años sin que apenas haya aumentado la lista de inmuebles con protección arquitectónica en el PGOU.
La intención está clara, en el momento económico actual hay que demoler Pedregalejo todo lo posible y con la ayuda del Ayuntamiento -transmutado en la más ferviente agencia inmobiliaria de Andalucía- reconvertirlo en un atractivo mar de bloques blanquinegros a precio de oro. Y salga el sol por Antequera.
Cierto que a Málaga le iría mucho mejor si tratara de preservar y rehabilitar, con un mínimo de tesón, edificios que merecieran la pena, para así estar más cerca de Salzburgo, Sevilla o Florencia que de Matalascañas, pero la Providencia no ha llamado a la mayoría de nuestros cargos públicos por el camino de la sensibilidad, la cultura y el respeto por el Patrimonio.
Todo sería mucho más sostenible, bonito y civilizado con políticos un poco más cultos y sensibles, aunque sólo fuera para poner coto a una de las figuras, tristemente, más determinantes en el desarrollo urbanístico de Málaga: la del bruto con dinero.
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