Crónicas de la ciudad
Francisco González Romero: los cien años de un artista
El decano de los pintores malagueños, Francisco González Romero, celebró el martes el siglo de vida. El año pasado fue homenajeado por la Real Academia de San Telmo
Siempre y cuando los achaques lo permitan, la vida es actitud así que no siempre la edad y el DNI cuadran. Lo sabe muy bien el pintor malagueño Francisco González Romero, que vino al mundo un 25 de julio de 1923, dos meses antes de que comenzara la dictadura de Primo de Rivera y de que en ese otoño, el doctor don José Gálvez Ginachero fuera nombrado alcalde de Málaga.
El pasado día de Santiago, este artista nacido en Capuchinos, que siempre ha tenido la mente creativa de un adolescente inquieto, celebró el siglo de vida en una residencia de Teatinos, acompañado por su hija, María José González, que también es pintora y por su yerno, Cristóbal Salazar, el conocido cronista de Churriana.
Hace justo un año, a finales de julio, el decano de los pintores malagueños recibió de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo la Estrella de San Telmo. Como destacó el alcalde, Francisco de la Torre, presente en el acto, lo más remarcable del artista es ese «querer enriquecerse, aprender y avanzar», una actitud que mantiene todavía. De hecho, hasta los 99 años ha estado trabajando e investigando en su taller de calle Convalecientes.
La vida de este activo malagueño no fue fácil desde luego. Huérfano de padre a los 13 años, tuvo que dejar el colegio y meterse a trabajar en un taller de arreglo de barcos. Logró estudiar en la Escuela de Artes y Oficios de Málaga, trabajó en la División Hidrológica Forestal con el gran ingeniero José Martínez Falero, con quien trabajó en los jardines de Puerta Oscura y la repoblación de Gibralfaro y los Montes de Málaga. También trabajó con el gran (y desperdiciado) urbanista José Joaquín González Edo.
Se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, fue premiado por Patrimonio Nacional y su trabajo artístico pudo desarrollarse en los palacios de Riofrío, La Zarzuela, El Pardo y La Moncloa. Montó en Madrid un taller de arte y diseño de interiores, fue profesor de Dibujo en la Escuela de Ingeniero de Caminos de la Complutense y más tarde en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios de Almería.
Hablar con Francisco González Romero es sentir el torbellino creativo de un artista con esa ilusión por hacer cosas nuevas de su paisano Pablo Ruiz Picasso. Queda más que claro que la Estrella de San Telmo no se le concedió por la edad a este incansable creador sino por sus evidentes méritos artísticos.
Nunca es tarde si la dicha es buena y si, un año después, el decano de los pintores de Málaga celebra el siglo de vida. Felicidades, maestro.
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