Memorias de Málaga

Sabor a Málaga en el súper

Muchos productos que se presentan en la tradicional Feria de los Pueblos o Sabor a Málaga luego no se encuentran en los supermercados y tampoco es fácil que aparezcan en muchos menús de restaurantes de Málaga

Feria de Sabor a Málaga en el Parque, en una foto de archivo.

Feria de Sabor a Málaga en el Parque, en una foto de archivo. / Gregorio Torres

Guillermo Jiménez Smerdou

Guillermo Jiménez Smerdou

Esporádicamente, varios miembros de mi familia nos reunimos a comer en uno de los muchos restaurantes de la capital, no para celebrar un aniversario o cumpleaños, sino para pasar juntos un rato porque cada uno vive en lugar diferente de la misma Málaga.

En una ocasión, nada más ocupar el asiento ante la mesa vestida con mantel blanco de algodón (no me gustan los manteles de papel, ni los de plástico y menos que pongan los platos sin nada que los separe del tablero) me detuve a leer la procedencia de una botella de aceite colocada a modo bienvenida antes de tomar la comanda.

Algunos restaurantes tienen este detalle con los clientes. A la botella, la camarera agregó una cestita con pan para que los comensales disfrutasen de lo que muchos malagueños consideramos un manjar.

Por curiosidad o por costumbre me interesé por el origen del aceite. Era de Fuente de Piedra, un municipio malagueño, que aparte su laguna (este año sin flamencos porque se ha quedado sin agua), es famoso por la calidad de sus aceites. Han ganado muchos premios compitiendo con los mejores de la provincia. Para completar la bienvenida añadió un paquete de piquitos fabricados en Antequera.

Total, productos de Málaga

En el menú, lujosamente presentado en una carpeta de piel, me encontré entre la relación de la oferta de entrantes (a mí me gusta más decir entremeses), sopas, pescados, carnes, etc. con morcilla de Benaoján y queso Payoyo de Villaluenga del Rosario (Sierra de Grazalema, casi Málaga) y en la oferta de bebidas, cerveza Victoria, cuyo eslogan de «malagueña y exquisita» me devolvió a mi juventud. Se fundó un año después de que yo viniese al mundo.

Resumiendo: me sentí a gusto al descubrir que había productos malagueños en el menú. No es fácil que aparezcan en los menús de los cientos o miles de restaurantes que hay en Málaga productos de nuestra tierra.

Magdalenas y tortas tradicionales en una Feria de Sabor a Málaga.

Magdalenas y tortas tradicionales en una Feria de Sabor a Málaga. / L. O.

Tampoco en los supermercados españoles, franceses, holandeses y alemanes… establecidos en nuestra provincia se ofrecen artículos con la calidad y variedad que cada año se muestran en las casetas de la Feria de los Pueblos, una iniciativa muy bien recibida por los malagueños, y que cada año se monta en la capital, unas veces en el Parque, otras junto a la plaza de toros o en la Acera de la Marina.

Congrega a miles de malagueños que finalizan la visita portando una, dos o tres bolsas con chacinas, papas fritas, aceite de oliva, manteca ‘colorá’ o un abanico artesanal, procedentes todos del interior de la provincia, donde los elaboran en la confianza de que serán adquiridos en la capital.

No están en los supermercados

Durante años he sido asiduo visitador y comprador de los productos exhibidos en las casetas… y siempre he acertado en la elección de los artículos expuestos. Cuando los he ido consumiendo en casa e intentado comprarlos en los supermercados para seguir gozando de ellos, me llevo el disgusto de no encontrarlos en las grandes superficies.

Algunos se venden en puestos de los mercados de Atarazanas, Huelin, El Molinillo y en las pocas tiendas de comestibles y coloniales que perviven en los barrios y resisten el embate de los súper.

Como consumidor y observador me fastidia que esas poderosas empresas, entre cientos o miles de referencias, apenas oferten artículos acogidos a Sabor a Málaga. Echo de menos, por citar los que en ocasiones he adquirido en las citadas ferias, quesos elaborados en Cortes de la Frontera (El Alcornocal), Cuevas del Becerro (El Rey Cabra), Álora (Jaral), Pinsapo (Málaga), Los Montes (Colmenar) y otros muchos cuyas marcas no recuerdo, pero procedentes de Teba, Antequera, Ronda, pueblos de la Axarquía y de otros del interior de la provincia.

A los quesos agrego los aceites de algunas almazaras, como el citado de Fuente de Piedra, los embutidos de Ardales y varias localidades de la Serranía de Ronda, zurrapa de Álora, magdalenas de Periana, los roscos carreros de Alfarnate, vinos dulces y de los otros de las veintitantas bodegas de la capital y provincia (un día compré una damajuana (no de vidrio, de plástico) de un vino dulce de Comares, mermeladas artesanas de varias procedencias, pasas de El Borge y hasta un licor elaborado en Arriate. Y no olvido las patatas fritas del Tío de las Papas de Sierra de Yeguas.

Que me perdonen los que no cito porque son muchos… y algunos no los he probado todavía.

La gastronomía malagueña

En la gastronomía malagueña hay unos platos que pese a su sencillez no son fáciles de preparar. Me refiero a dos en concreto: gazpachuelo y ajoblanco.

El primero, que aparece en muchos menús, es tan sencillo como difícil de elaborar. Pocos restaurantes logran darle el punto exacto.

Feria de los Pueblos, en el Palacio de Congresos, en 2008.

Feria de los Pueblos, en el Palacio de Congresos, en 2008. / Javier Albiñana

Las amas de casa malagueñas son las que saben hacerlo; algunos jefes y jefas de cocina tienen que aprender. Con respecto al ajoblanco, el secreto está en la proporción de almendras. No se puede racanear en el momento de elegir la cantidad de almendra a la hora de elaborarlo.

El espetón de sardina, plato típico de la costa malagueña, también tiene su arte. A lo largo de la costa malacitana hay expertos en su preparación. Y también hay que ser expertos (en este caso expertas) en algo tan sencillo como freír boqueroncitos, salmonetitos, jurelitos, calamaritos o puntillitas… y chanquetes cuando se podían pescar casi en la orilla del mar.

Punto final: la concha fina, que es un molusco que abunda en las costas malagueñas, y que se consume en crudo con unas gotitas de limón y pimienta.

Es uno de los menos conocidos por los foráneos. Mejor que no lo pidan, porque entonces subirían de precio y los nativos no podríamos gozarlos en las tabernas típicas y en nuestras casas.