Crónicas de la ciudad
El renaturalizado mirador de San Miguel
El Ayuntamiento ha amnistiado, con más cabeza que el Gobierno central, los restos de un desmonte para transformarlo en un soberbio mirador junto al cementerio
El realizar desde hace más de 20 años reportajes sobre el Día de Todos los Santos ha permitido al autor de estas líneas ser testigo de la notoria mejoría que han experimentado el Cementerio Histórico de San Miguel y su entorno.
Personas como Francisco Rodríguez Marín, Araceli González, José Luis Cabrera, Federico Souvirón, Jorge Serra o el propio alcalde, Francisco de la Torre, han puesto en este tiempo su granito de arena para que este monumento histórico, tan cargado de recuerdos para los malagueños, dejara de ser un lugar decrépito y olvidado y resurgiera con brillantez al tiempo que le nacía un parque.
A su vez, las inmediaciones han dejado de ser un barrizal cochambroso sólo frecuentado por automovilistas, dueños de perros y agrupaciones celulares con la intención de grafitear las paredes del camposanto.
En este proceso de mejora, ya hablamos este mismo año de los restos de un desmonte que había sido amnistiado con mejor cabeza que nuestro Gobierno en funciones. Se trata de una loma sólo coronada por una gran buganvilla, con vistas al Cementerio de San Miguel.
Fuentes municipales informan a este sección de que, finalmente, se descartó acabar con el desmonte por su complejidad. Así que en lugar de que su ausencia sirviera como aparcamiento o para que se levantara un bloque, el Consistorio, acertadamente, ha optado por embellecerlo y renaturalizarlo.
El resultado es estupendo y, por lo que aparenta, barato. En la línea de todo lo que se puede hacer con cabeza, plantas y sin tirar mucho de la chequera, como ha hecho la Junta de Andalucía con el tramo que le han dejado del Guadalmedina.
Unas vallas de madera similares a las del Paseo de los Canadienses conducen al mirador. Todo el ascenso está flanqueado de almendros colocados con discreción, pues el objetivo es disfrutar de las vistas. Y ya en las alturas, el soberbio espectáculo del Cementerio de San Miguel recuperado y en concreto, el de sus pináculos, bóvedas y remates de los mausoleos, con la vecindad, al otro lado, de un precioso y activo huerto urbano que prolonga la sensación de verdor.
La única pega es un problema que tendrá casi toda Málaga para los próximos siglos y es que, desde esta atalaya, también se aprecian con claridad las siniestras Torres de Martiricos. Pero olvidémonos del Urbanismo más bruto e insolidario para saludar esta nueva mejoría del entorno de San Miguel. Suban y disfruten. Muchas felicidades.
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