Basura en el arroyo Totalán, el de dos ayuntamientos

El 13 de diciembre de 2017 el Tribunal Supremo zanjaba una disputa judicial entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga y sentenciaba que la competencia para los trabajos de limpieza y conservación de los arroyos en los tramos urbanos era responsabilidad municipal y no autonómica.

Entre los argumentos, entendía el Supremo que desde 1985 la Ley de Bases del Régimen Local ya establecía que son los municipios los encargados de retirar los residuos sólidos arrojados a los cauces públicos en tramos urbanos. 

Pese a este respaldo de la Justicia, su cumplimiento en Málaga es cuando menos bastante mejorable por un doble motivo: en primer lugar por el incivismo de una minoría de malagueños asilvestrados a los que la educación general obligatoria apenas les ha rozado el flequillo; por otro, por la falta evidente de medios de nuestro Ayuntamiento.

Como saben, para paliar este déficit un grupo de voluntarios se organizó hace unos años en el colectivo Andalimpia que, de forma gratuita, limpia todos los sábados del año donde no llega el Consistorio, que es a casi todo.

Y no se trata de parajes perdidos donde Franco perdió el mechero, a no ser que consideremos la periferia más lejana arroyos como el de La Caleta o ríos como el Guadalmedina, donde la porquería alcanza niveles constantes y preocupantes, como recordó esta sección hace unas semanas. 

El Guadalmedina y la ‘lasaña’ de toallitas de su cauce

Pero no es una cuestión sólo de Málaga capital. Los voluntarios de este colectivo lo pudieron comprobar el pasado sábado durante la limpieza del arroyo de Totalán en el que, en teoría, dependiendo del lado por el que caiga la basura lanzada por nuestros australopitecos, es competencia del Ayuntamiento de Málaga o el del Rincón de la Victoria.

El sábado hubo un claro empate en cuanto a incapacidad consistorial. Resultaba casi imposible no localizar un metro cuadrado de los márgenes derecho e izquierdo del arroyo sin algún rastro de basura. 

Y lo más descorazonador, la presencia atronadora, por la proximidad de la playa canina, de una miríada de bolsas de plástico con ‘obsequio’ en su interior, evidencia de que hay mascotas mucho más inteligentes que sus dueños, pues la idea no es sólo recoger los excrementos caninos en una bolsa sino depositarla en una papelera, en lugar de volearla en el cauce. 

Un colchón, un carrito de la compra, herrajes oxidados de diferentes longitudes, botellas... y unas 40 bolsas de basura en apenas dos horas. La ley es la ley y la realidad, otra. 

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