Crónicas de la ciudad
Para no reincidir en el Urbanismo más irresponsable
Para que Málaga no vuelva a la insensatez de tirar piedras contra su paisaje histórico y monumental, los ciudadanos se organizan para tratar de tumbar la Torre del Puerto
Las vistas estremecen al espectador más sensible. Pero no se trata de ninguna entrega de ‘El exorcista’ sino de las vistas reales de Málaga, producto de un inquietante proceso que ha ido a más, por el que el Urbanismo hace lustros que dejó de ser una ciencia para el estudio y la reflexión en manos de especialistas y se ha convertido en materia de mercadeo de políticos, alérgicos a la participación ciudadana -por impredecible- y obcecados en aumentar la edificabilidad hasta el máximo para hacer más caja.
En la foto de arriba, tomada desde un edificio del Paseo de la Farola, tras el Ayuntamiento y la Alcazaba asoma el producto más común de esta tierra: la falta de sensatez de nuestros cargos públicos.
En esta imagen, la del frente marítimo de la Málaga más céntrica, da la impresión de que los dos edificios que ahogan la Catedral -el hotel Málaga Palacio y las Torres de Martiricos- fueron construidos en la misma época, quizás en ese interregno de los años 60 en el que un litigio judicial dejó la ciudad en manos de los depredadores inmobiliarios, con unas ordenanzas de comienzos del siglo XX como único garante del orden.
Lo sonrojante de estas dos fotos es que las Torres de Martiricos son de anteayer y que con un mínimo de sensibilidad, sentido común y reflexión se podía haber reducido el daño paisajístico, bien dejándolas donde iban originalmente, bien bajando su altura o su volumen. O las tres cosas.
En Málaga, cualquier pepino prominente en el sitio más disparatado recibe de inmediato el calificativo de «hito», «icono» o «referente» por nuestros impresionables cargos públicos"
No ocurrió así, por supuesto. En Málaga, cualquier pepino prominente en el sitio más disparatado recibe de inmediato el calificativo de «hito», «icono» o «referente» por nuestros impresionables cargos públicos, que todavía no se han repuesto de su viaje de novios a Nueva York y creen que todo el monte debe ser orégano de Manhattan. El resultado, y aquí puede verse por partida doble, es desolador.
Claro que pueden construirse edificios altos en Málaga, pero sin una reflexión seria de dónde emplazarlos el Urbanismo local, además de un mercadeo termina convertido en una sucesión de ocurrencias.
Por todo ello, para impedir una insensatez aún mayor, para que el Puerto no sea la excusa para torear la ley de Costas, para que dejemos de tirar piedras contra el paisaje histórico y monumental de Málaga, la plataforma ciudadana Defendamos Nuestro Horizonte lleva desde este lunes con una campaña de micromecenazgo para conseguir 30.000 euros y tratar de tumbar en los tribunales el hotel rascacielos que dará la puntilla a la Farola y la Bahía.
Las donaciones (y Hacienda devuelve hasta el 80 por ciento el próximo ejercicio) pueden hacerse en este enlace de goteo.org. Ánimo y a plantar cara a este nuevo dislate.
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