Historias de Málaga

La Real Academia de Declamación de Málaga

Esta institución cultural, creada en 1887 y que contó con el apoyo de la familia real, fue un centro literario y artístico, además de cantera de grandes actores y actrices

Luis Ruiz Borrego y Narciso Díaz de Escovar con un grupo de jóvenes artistas de la Real Academia de Declamación.

Luis Ruiz Borrego y Narciso Díaz de Escovar con un grupo de jóvenes artistas de la Real Academia de Declamación. / Archivo Díaz de Escovar.

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Málaga, siempre ha sido crisol cultural y artístico del cual han surgido innumerables artistas que han difundido por todo el mundo su arte. Pero también no es menos cierto que detrás de cada uno de ellos han existido instituciones culturales y personajes que apoyaron con vehemencia y tesón aquel proyecto. Este es el caso de la Real Academia de Declamación de Málaga, centro literario y artístico inaugurado el primero de octubre de 1887. Pero antes de seguir hablando de esta antigua institución, creo lógico remontarnos a sus orígenes.

La Málaga cosmopolita y cultural de fines del siglo XIX, desde hacía tiempo venía proyectando la creación de un Centro de Enseñanza Artística de importancia. Con esta idea, en 1877, el periodista Casimiro Franquelo, quien en connivencia con el actor Rafael Calvo y otro conocido escritor llamado Pepe Ancos se propusieron llevar a cabo el proyecto, pero circunstancias económicas obligaron a abandonarlo.

Sin embargo, diez años más tarde, el cronista Narciso Díaz de Escovar y el actor y director de escena Luis Ruiz Borrego, creador en 1872 de la Sociedad Dramática Benéfica, emprendieron una nueva andadura.

Para ello se rodearon de un excelente y cualificado personal que llevaran aquella labor docente. Entre éstos, por ejemplo, destacaron Antonio Urbano Carrére, Joaquín Martínez de la Vega, Emilio Thuillier, Arturo Reyes Aguilar, Vital Aza, o el propio Narciso Díaz de Escovar.

MIRANDO ATRAS . ANITA DELGADO .ARCINIEGA. Narciso Díaz de Escovar. Anita Delgado / Fotos antiguas. Profesores Academia Declamación. Maharaní de Kapurthala

El director de la Academia, en un homenaje a la actriz Rosario Pino en el Cervantes. / Archivo Díaz de Escovar

El día 1 de febrero de 1887, se formalizó definitivamente el claustro de profesores y el alquiler del local, situado en la calle Beatas nº 17, donde existía la sociedad Lope de Vega cuyo presidente Joaquín María Verdugo, desde el primer momento, accedió a aportar todo lo necesario para albergar esta Academia.

A los pocos días de su apertura, ya hubo alumnos que se matricularon. Pocos meses más tarde, don Narciso Díaz de Escovar llevó a cabo gestiones con algunos empresarios de las que nació una función teatral que se celebró en el Teatro Principal de la ciudad.

Inicios

Fue el bautizo artístico para aquellos primeros alumnos matriculados, si bien la matrícula era gratuita para las clases de declamación, retórica y poética, arte teatral, solfeo o francés. Y para la enseñanza de materias como el italiano, baile, guitarra, pintura o escenografía se abonaban los derechos ya pactados con los profesores.

Tiempo después, la gerencia de la Academia recibió un importante ofrecimiento. Se trataba del antiguo local del Círculo Mercantil, situado en la calle de las Atarazanas, el cual se había trasladado a la calle Larios.

En este edificio la Academia tuvo que hacer reformas sobre todo en lo tocante a la decoración. En su piso principal se construyó un pequeño teatro pero suficiente para las diversas actividades programadas así como una buena instalación eléctrica para el alumbrado, que fue financiado por la familia Real y demás protectores.

La inauguración

El centro cultural abrió sus puertas de nuevo el 20 de diciembre de 1891 con una obra teatral llamada ‘Pobre Porfiado’. A partir de aquellos días, los salones y estancias de la Academia se vieron ocupados por numerosos alumnos, artistas y poetas que celebraban veladas literarias y funciones dramáticas.

El auge y prestigio conseguido, a lo largo de estos años por la Academia se vio empañado por un triste suceso: el incendio fortuito ocurrido en agosto de 1895. La rapidez de su propagación hizo imposible el salvar los enseres y demás muebles, que quedaron totalmente destruidos.

Tras aquel incidente, la Academia estuvo inactiva a lo largo de casi seis años aunque hubo intentos de rehacerla, pero por diversas circunstancias fueron abandonados.

mlg 27 marzo 2008  mirando atras d.miguel ruiz-borrego arrabal y d.juan m.parra de torres.libro"recuerdo de una gloriosa institucion cultural malagueña"foto:javier albiñana. Miguel Ruiz-Borrego / Familiares de José Ruiz-Borrego y Vílchez, fundador Academia Declamación MLG, profesores Teatro. Libros

Publicación sobre la Academia de Declamación en 2008. / L. O.

Un nuevo comienzo

Sin embargo y gracia a los donativos de dos conocidos artistas del momento, María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, en 1901 se posibilitó, de nuevo, una nueva sede para la Academia, esta vez en el pasaje de Mitjana.

Al parecer fue el momento escogido por la junta de profesores, para aumentar la oferta de materias a impartir por el centro cultural. A partir de aquel momento, la música, los idiomas, pintura y escenografía quedaron incorporadas.

Al siguiente año, la Academia convocó un Certamen Literario y Artístico en el se concedieron premios al numeroso grupo de poetas, escritores y artistas que acudieron.

Un año después, 1903, la reina María Cristina visitó nuestra ciudad y apoyó con su presencia los actos que se efectuaron en conmemoración del IV centenario de Cervantes.

Años más tarde, 1907, la Diputación provincial, que llevaba tiempo apoyando a la Academia gracias a los desvelos de su vicepresidente Díaz de Escovar, decidió por unanimidad concederle el título de Provincial.

El escultor Juan López con el busto de Narciso Díaz de Escovar

El escultor Juan López con el busto de Narciso Díaz de Escovar / Archivo Municipal

Las armas del Rey

Aquel mismo año, el rey Alfonso XIII concedió a la Academia el permiso para que usara sus Armas. No solo la familia Real dispensó su cariñosa protección hacia la Academia, ya que también las conocidas familias Larios o Heredia la ejercieron, incluso el Ayuntamiento, que aportaba una pequeña asignación anual.

La carencia de un espacio suficientemente amplio fue siempre un aspecto problemático. Por aquellos días de principios de siglo, la Academia contaba verdaderamente con un espacio sumamente reducido para algunas de las actividades programadas, por ello, en 1908 el empresario y comerciante Guillermo Rein Arssu junto a otros personajes como el actor Arturo Reyes y el poeta Díaz de Escovar, formaron una comisión con la intención de trasladarla a un local de mayor amplitud.

Las gestiones dieron sus frutos pocos meses más tarde: se trató del alquiler del primer piso y algunas dependencias, de un antiguo edificio conocido como de Felix Solesio, situado en la calle Granada nº 93. En sus espaciosas habitaciones, la Academia organizo las clases, la biblioteca, un museo, la secretaría y dirección de la institución.

A lo largo de aquellos años organizó campañas con fines benéficos en ciudades andaluzas como Cádiz, Granada, Córdoba o Antequera, donde sus alumnos actuaron con gran éxito.

Traslados

Por los años 20 del siglo XX, las dependencias de calle Granada sufrieron una gran remodelación. Como consecuencia la institución tuvo que efectuar un nuevo traslado a la calle Gaona nº 8, con espacio suficiente para la biblioteca y el museo en detrimento del salón, más reducido que el anterior de la calle Granada.

Sin embargo pocos años duró aquella estancia, ya que fijó su nueva residencia en un piso de la calle de San Francisco, 11 y 13. Y aunque el Ayuntamiento le venía dispensando su constante protección, la Diputación denegó toda subvención, en los presupuestos de aquel año.

A inicios de los años 30, para el fundador Narciso Díaz de Escovar la supervivencia de la Real Academia era vital, incluso hizo de su mantenimiento su principal preocupación en la vida y supo mantener este nivel, al cuadro de profesores que secundaron su proyecto. Pues por aquellos días, sólo se nutría de las pocas aportaciones privadas y de los grandes desvelos del cronista malagueño.

Con su fallecimiento el 4 de mayo de 1935, desapareció uno de sus grandes baluartes.

La Guerra Civil, iniciada el 18 de julio del año siguiente, truncó muchas de las iniciativas de esta institución.

Suscríbete para seguir leyendo