Crónicas de la ciudad

La ciudad de Málaga, a los pies del turista fetén

La vuelta al desarrollismo de los 70 que representa la Torre del Puerto supondrá ofrecer al cliente que se lo pueda pagar el mejor mirador de Málaga en suelo público

Obras del Dique de Levante en 2006, donde está proyectado el hotel rascacielos.

Obras del Dique de Levante en 2006, donde está proyectado el hotel rascacielos. / Albiñana

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Ni siquiera Anton van den Wyngaerde pudo soñar, cuando en 1564 se subió a una embarcación para poder dibujar el frente marítimo de Málaga que, en un futuro lejano, cerca de donde se encontraba mar adentro y en una sociedad libre de estamentos, los visitantes más ricos del mundo tendrían el privilegio de contar a su entera disposición con un mirador privado y excepcional de toda la ciudad.

Vista de Málaga por Anton van den Wyngaerde en 1564.

Vista de Málaga por Anton van den Wyngaerde en 1564. / L.O.

Un mirador, ‘ofrenda’ de las autoridades portuarias, con el visto bueno de los regidores, pese a que la construcción estaba inicialmente prohibida en esos dominios. 

Viene a cuento don Anton porque el pasado pleno, el grupo municipal popular volvió a escenificar su tenaz alergia a las consultas ciudadanas, al cerrar el paso a una sobre el rascacielos catarí, en una ciudad, habrá que recordarlo, con mayoría de votantes que en las municipales ha apoyado a partidos rotundamente contrarios a este bárbaro atentado paisajístico, aunque en número de concejales sean minoría. La alergia se explica sola. 

Presentó la moción de la consulta el grupo municipal Con Málaga, que poco antes aprovechó para refrescar una propuesta que deja muy clara la diferencia entre el interés general y el interés catarí. 

Se trató de una infografía que mostraba el Dique de Levante como una gran zona verde abierta al público, que disfrutaba de este parque gratis como podía hacerlo de un paseo por el Palmeral de las Sorpresas.  

Infografía de la propuesta de Con Málaga para el Dique de Levante.

Infografía de la propuesta de Con Málaga para el Dique de Levante. / La Opinión

Los cruceristas, por cierto, lejos de que les diera la bienvenida un hotel rascacielos y centro de convenciones de 38 plantas que sólo pasará a la historia de las insensateces locales, tendrían una hermosa zona verde y algo más: toda una declaración de intenciones de una ciudad moderna y verde que quiere dejar atrás la etapa del interés ‘particular’ y el desarrollismo de los 60 y 70 del siglo XX, simbolizada en el sobreexplotado barrio de La Malagueta, justo a la espalda de ese gran parque público.

Por desgracia, la opción que de momento va saliendo adelante, lo que simboliza es que el Urbanismo malagueño es hoy un sucesión de ocurrencias de políticos con brumosas nociones de esta disciplina y querencia por los errores del pasado. 

Vista desde el hotel rascacielos.

Vista desde el hotel rascacielos. / Estudio Seguí

Por eso, en lugar de una zona verde pública, se prefiere poner Málaga a los pies del turista fetén para que, siempre que goce de buenos ingresos -y paciencia franciscana para alojarse donde Cristo dio las tres voces- disfrute del mirador más impresionante de la ciudad.

Desde esa misma urbe, las vistas que deparará ese rascacielos para ricos serán las de una película de terror de largo e inquietante título: ‘La ciudad que, medio siglo después, tropezó con la misma piedra’.