La Opinión en Tokio

Día VI: No es un adiós, es un sayonara

Decimos adiós a Tokio 2020 y nos traemos en la maleta el peso histórico de una medalla para Málaga y la sensación de que afortunadamente no habrá otros Juegos Olímpicos iguales

Dos mujeres observan de lejos la sede de escalada olímpica de Tokio.

Dos mujeres observan de lejos la sede de escalada olímpica de Tokio. / KEVIN COOMBS

Fernando Baudet

Fernando Baudet

Aún con el plateado sabor en la boca de la medalla de Damián Quintero en su primera y ¿única? presencia en unos Juegos Olímpicos, decimos adiós a Tokio y ponemos rumbo a España después de una semana difícil de olvidar.

En nuestras últimas horas en Japón, entre kata y kata del malagueño, hemos gestionado los últimos trámites covid de salida de país. Y aún con la conciencia tranquila desde antes de salir de España, sabiendo que con nuestro certificado de vacunación podríamos salir libremente del país haciendo escala en Países Bajos (¿o se decía Holanda?), revisamos compulsivamente la web de la aerolínea y el gobierno holandés para descubrir que aún nos faltaba un código QR que llevar en nuestro teléfono móvil. Bola de partido salvada. Y es que el tema de la documentación necesaria para salir de Japón ha sido un tema más debatido en el grupo de Whatsapp de la prensa española desplazada a los Juegos que el número de medallas que acabará consiguiendo la delegación de nuestro país. Dubai, Londres, Italia… cada destino, un mundo.

Podría decirse lo mismo de cada autobús que hemos tenido que coger para ir de nuestros hoteles al centro de prensa y de ahí a las distintas sedes. Saitama, el Estadio Olímpico, el Yoyogi National… y de ahí, de nuevo al centro de prensa donde conectar (no sin apuros en muchas ocasiones) con nuestro hotel, intentando no tener que esperar al raso bajo los rigores del verano japonés. Tras un año y medio de pandemia sin apenas haberme subido a un vehículo de la EMT es posible que en estos días en Tokio haya superado los veinte viajes. Puede que alguno más, pero ninguno tan delightful (delicioso) como el último, de vuelta del Nippon Budokan, en el que coincidí con un veterano periodista de la BBC con nada menos que siete Juegos Olímpicos de verano a sus espaldas. Media hora de viaje en el que, tras comenzar hablando de nuestros hijos, hablamos del papel de los medios a la hora de transmitir estos Juegos, de los japoneses, del fútbol de ahora y el fútbol de antes (Odio eterno al fútbol moderno, no lo olviden), de España por supuesto que también. “La Federación Internacional de Kárate tendrá que vender su alma al diablo si quiere seguir siendo olímpica”, me argumentaba al preguntarle yo por el futuro de la kata. Este compañero británico, que tuvo que pasar más de diez días de cuarentena por un contacto estrecho en el vuelo a Japón que se le notificó al cuarto día de estar aquí, transmitía con su conversación mitad en inglés mitad en castellano su amor por la profesión y por el deporte: “Estando aquí me siento vivo”. Cheers, lad!

El Media Transport Mall de Tokio 2020. La estación de autobuses de los medios de comunicación

El Media Transport Mall de Tokio 2020. La estación de autobuses de los medios de comunicación / F. B.

¿Y lo de Messi?

Un poco de actualidad al margen del olimpismo… en Japón nos acostábamos con el rumor el jueves y despertábamos con la noticia el viernes: Leo Messi no jugará más en el FC Barcelona. Bombazo en el deporte mundial cuyas turbulencias me alegra a decir que solo llegaron a Twitter y a algún que otro corrillo de compañeros de la prensa. El centro de prensa de Tokio 2020 (MPC), cual búnker, resistió la onda expansiva de la marcha del astro argentino y se centró en lo que debe en las últimas horas de Juegos Olímpicos: la competición, las marcas, las medallas… y los regalos. Por que sí, es casi la hora de marchar para muchos periodistas y, al no haber podido disfrutar de una jornada de compras con libertad por la ciudad tokiota, la tienda de regalos del MPC presenta una cola importante para hacerse con un recuerdo o un regalo para los familiares que esperan en casa. Lo cual me recuerda que, en toda esta semana de trabajo en Japón, he sido incapaz de meter la palabra ‘Tomás’ en alguno de mis textos… espero que me perdone. Prometo que en París no tardaré tanto. Sayonara, arigato gozaimasu