Opinión | Tribuna

Primero de Mayo

Entre la realidad y el deseo descansa el postureo. Sin ánimo de sentar cátedra, que para eso ya están los ‘YouTubers’; el otro día hablaba de la corriente ‘ECO’ con mi cocinero de cabecera, gran lector y ‘chef’ colegial Juan Amat. Es uno de los que me alegra los ‘medios días’ junto a las charlas con Antonio Lara y los momentos compartidos con el equipo ETCP -siglas sonoras del gremio docente-. Dimos un breve repaso al ‘Slow Life’ en el que habitan los ángeles y del que a nosotros, los mortales, sólo nos llega la estampa del pastor y las cabras en los tajos de Ronda. Quizás el universo esté falto de «mundos sutiles, como pompas de jabón». Suena bien como letra de canción, pero el campo -literal- de la comida orgánica anda lleno de ‘fanfarrias’ alimentarias y proselitismo de garrafón. Los terrenos sin arados andan repletos de etiquetas verdes de negras semillas. En el plato eso sabe a ‘a ná’, parafraseando la prosa cruel del día a día.

No es éste un mal tema para el ‘rincón del aburrimiento’ en el Primero de Mayo jornalero. Los caballones del hortal andan hoy torcidos. Los veo desde el coche y escucho su tono ‘Paint it black’ más allá del asfalto. No hay sol, espiga o deseo; sólo números grises de la PAC cayendo como losas sobre los tractores de la Vega. Los biznietos de los braceros de ayer; hoy se quejan. Lloran lágrimas pixelizadas a 32 bits por hora. Al Sur de Jaén, al Norte de Málaga y al Oeste de Granada; los campos languidecen mientras la punta del espárrago mira al cielo como la copa del ciprés de Unamuno. Un poco de dinero por favor, parecen decir. Las joyas del Agro Andaluz, tesoros ECO en la Red de Redes, se estrellan una y otra vez contra el hormigón de la tierra de en medio. La mayor de la veces, duermen el sueño de los tristes en las naves de los llanos y se pudren antes de alcanzar los trenes transalpinos que nunca llegan.

La mentalidad del productor -sálvese el que pueda- a duras pena sostiene el ritmo de los tiempos. La vida en los pueblos cambia poco y sólo evolucionan las marcas de los todoterrenos aparcados a la vuelta de la esquina. Hasta los muebles de Ikea han llegado a Lucena. Queda con eso todo dicho. Sin embargo, muy pocos se atreven a dar el paso a la banda ancha, al ‘e-commerce’, al ‘del campo a casa’. Y siempre por defecto, he ahí la clave de la ruina. Falta visión, escasea el deseo y no hay forma de cortar la televisión por cable que trae todo el fútbol con peloteo. Será que aún vivimos en tierra de nadie; entre la generación del ‘baby boom’ y la sociedad del arreo. En fin, nada que celebrar en este Segundo y Tercero de Mayo de la era Covid ‘postcabreo’. Sin industria, sin cultura, sin altura de miras, sólo nos queda el postureo… Turismo y caña; unos ‘gagets’ para los del Norte -de Europa- que disfrutan del terraceo.

Ahora que nos han abierto la cerca y que nos dejan viajar hasta el límite de Olvera, es cuando más amo pasar las tardes en la era; aquella del abuelo donde el trillo roza el albero. Tiempos confusos; que ahora dos más dos no son los cuatro del profe Diego. Asomaos si no a Madrid, a ver quien encuentra consuelo. Yo anduve por allí currando. Hace más de una década y la abundancia no se veía más que en los jardines de Pozuelo. Vamos, que seguimos perdidos esperando que escampe bajo vuelo. No quedan ya faros ni hombres de arena; adiós al Mayo Primero. Tendrá que cambiar la fiesta a ver si encaja en el panfleto.

Pero no os preocupéis, que volverá septiembre y Rodiezmo cargado de pañuelos. El de mi cuello cayó hará ya un lustro completo; chalés y ‘Falcones’, melenas al viento.

- «Y de lo mío qué»; decía aquel que sigue soñoliento.

-Pues nada, que las ideologías aquí; al igual que en la China popular, han muerto. No pasa nada, como respondía Gila en el auricular eterno; «si el enemigo no coge; lo tomaremos como un escarmiento».

Termino con un recuerdo a los compañeros de bloc, cámara y micrófono abierto. Roberto Fraile y Daniel Beriain; asesinados como tantos miles por querer contar los detalles de la caza furtiva; animales legendarios y sangre a favor del sotavento. Mientras morían, en mi rincón de las letras finiquitaba yo las crónicas de tres grandes: Chaves Nogales, Díaz Fernández y Pla, que cubrieron la Revolución de la Cuenca, al otro lado del Bierzo. Hablamos del 34, que poco queda de aquello. Fue un auténtico desastre, un anticipo de la Guerra Civil que no sirvió de escarmiento. Rencor, dinamita, furia y metralla con poco acierto. Ya ni ideología queda para hablar sobre ello. Los que dicen tenerla, duermen a gusto, a mesa llena y pecho descubierto.