Opinión | Lavidamoderna Merma

La lista coja del patrimonio

Grietas en las bóvedas de la Catedral de Málaga

Grietas en las bóvedas de la Catedral de Málaga / L. O.

Hace unos días saltaba la noticia porque, en un listado nacional que elabora una asociación independiente, incluían dos monumentos locales. Maravilla.

Todo podría ser normal e incluso sorprendente pues nuestra querida ciudad anda huérfana de grandes reconocimientos en lo que a monumental se refiere.

Pero no. La lista es mala. La Asociación Hispania para la defensa del patrimonio incluía en su inventario la cripta de la Victoria y la Iglesia del Sagrario de la Catedral como dos monumentos en riesgo real de desaparecer.

Parece una broma. Pero no. No lo es. Se trata de una realidad. Y es que nuestra ciudad sostiene aún una pesada mochila en lo que a descomposición del poco patrimonio levantado se refiere.

Málaga se cae a pedazos en muchos rincones. Y parece que nadie recuerda ya el centro histórico de hace pocas décadas. Donde había calles en las que parecía que se habían levantado en armas dos ejércitos y librado grandes batallas. Bosnia en su peor época.

Pudiera haber salido Pérez Reverte de algunas calles de nuestro centro y creeríamos que estaba en cualquier guerra civil de la nueva Europa pobre. Pero era Málaga.

A Dios gracias la cosa ha mejorado. Y el centro luce -por fuera- con gran lustre. Solamente hay que meterse en algún que otro edificio de solera para comprender que no siempre ha resultado todo un éxito. Y que tras una fachada recién pintada sigue habiendo podredumbre constructiva. Pero como quien no se consuela es porque no quiere, solamente podemos decir: Bueno…algo es.

Y cierto resulta. Porque si vemos fotografías de la Málaga de los noventa y la comparamos con la actualidad, no hay color. Incluso a pesar de los muchos desastres urbanísticos. Sigue ganando en la balanza la bandeja de la mejora generalizada.

La cuestión es que, nuestra ciudad en cuanto a patrimonio, como apuntaba antes, son habas contadas. Hay poquito. Cerca mucho y bueno. Como Antequera. Pero la capital sostiene un patrimonio diminuto y que, en comparación con otras ciudades patrimoniales, absorbe muchísimos más visitantes que aquellas cargadas de historia edificada.

Curiosa suerte la nuestra. Y por ello, resulta aún más sorprendente que andemos todavía con lamentables realidades como la actual.

La Iglesia del Sagrario está en un estado ruinoso. Rajada entera. Y con un suelo en cuarentena. La extraordinaria cripta de los Condes de Buenavista en el Santuario de la Victoria se está deshaciendo. Literal. Convirtiéndose en polvo y amalgama de humedades. Pero es que nuestra Catedral tiene las cubiertas rajadas. Cuestión que salía hace unos días en El País.

Que la Catedral y el discurso ramplón de La Manquita es una utopía ridícula frente a una realidad espantosa y es que necesita un tejado o el techo seguirá cayendo poco a poco en pedazos sobre una malla que sostiene los restos pétreos y también -parece ser- aguanta la cara de vergüenza que debería caérsenos a todos pero no lo hace.

Es comprensible -o no- que la ciudadanía no tenga que estar al tanto de los problemas que adolecen en la ciudad. Si yo me tuviera un equipo a mi alrededor pendiente de que todo marche bien y velando por la bonanza de mi entorno, en caso de drama, a quién debo quejarme: ¿A los dioses por el devenir de la vida o a quienes deben estar pendientes?

Yo diría que a los segundos. Y en este sentido no me cabe en la cabeza que desde las administraciones que gestionan todo no haya habido nadie que levante la voz jamás ante este tipo de asuntos.

Málaga necesita reparar la Catedral. Terminarla. Y no en lo estético -que también- si no en cubrir todo aquello inacabado que la convierten en un monumento que antes o después acabará cayendo. Como caerá si no se arregla nuestra Iglesia del Sagrario. Y del mismo modo que se deshace día tras día la cripta.

Y esto debe pagarlo la administración. Municipal. Regional. Nacional o la que encarte. Porque, a la vista está, no ha nacido mucha cosa seria privada para alcanzar algún objetivo de este tipo.

Es cierto que queda mucho más bonito hacer campañas de publicidad chabacanas. Forrar la Equitativa con publicidades ñoñas y cosas del estilo. Pero ojalá alguna vez, hubiese algún iluminado que pensara que una buena campaña de publicidad para una empresa sería arreglar cosas que la administración no tiene pantalones de solucionar.

Nos hace falta y es urgente. Pero muchos no lo reconocen como algo prioritario. Es más. Lo acabaran solucionando si ven que sale mucho en los medios y ellos quedan mal. Pero seguirán pensando en su interior que no hace falta.

La Iglesia mantiene con muy poco un patrimonio enorme que repercute en nuestra ciudad -como en el resto del país- de manera muy generosa pues ¿Qué sería de las ciudades sin el patrimonio de la Iglesia? Ya lo digo yo: muy poco.

Y por lo tanto, de la misma manera que se pisa el acelerador para arreglar asuntos de centros comerciales, franquicias, demagogias varias, etc. Ha llegado el momento de que alguien tome las riendas de este asunto y empiecen a rehabilitar unos monumentos que son claves para nuestra ciudad.

Sea como fuere. Nuestra ciudad sigue teniendo un grave problema más allá de las humedades y los ladrillos. Y es que seguimos caminando a cojetadas. Una pierna va para un lado y la otra para el otro. La ciudad se cae. El ciudadano viendo luces de navidad. Y el que manda poniéndolas. Que nos vayan incluyendo también en la lista coja del patrimonio. Viva Málaga