Opinión | La Bodeguilla

Moreno y Marín, sin el freno de Casado

El cambio en Génova y el protagonismo andaluz en la nueva dirección ayudarán a retomar una posible alianza del PP y Cs en las elecciones

Moreno, Marín, Arrimadas e Igea, el pasado mes de enero en el pabellón andaluz de la feria turística madrileña Fitur.

Moreno, Marín, Arrimadas e Igea, el pasado mes de enero en el pabellón andaluz de la feria turística madrileña Fitur. / Cristóbal G. Montilla

La marcha de Pablo Casado producirá un efecto dominó que trascenderá a su propio partido. Es lógico. Sobre todo, influirá en la decisiva relación con Vox y en la cruzada que Teodoro García Egea y Fran Hervías emprendieron contra Inés Arrimadas. Por la misma regla de tres, tanto el presidente andaluz del PP, Juanma Moreno, como el líder regional de la formación liberal y vicepresidente de la Junta, Juan Marín, dejarán de sentir el freno de mano que le trataba de imponer -a la sintonía del Gobierno de coalición- el aparato nacional ‘casadista’.

De ahí que la nueva era en el centro-derecha arroje la certeza de que la ausencia de un adelanto electoral y el cambio en el timón de la madrileña calle Génova ayudarán a retomar una posible alianza del PP y Ciudadanos para las elecciones andaluzas de este mismo año. Cuando menos, la irrupción de Alberto Núñez Feijóo mejorará el cauce existente entre la fuerza política de la gaviota y el partido naranja. Empeorarlo es imposible. Además, el protagonismo del PP andaluz en el equipo del gallego será notable. Y es ahí dónde encaja una fórmula electoral para el idilio andaluz del PP y Cs, que fue bendecida hace unos meses por Arrimadas y, enseguida, prohibida por Casado.

La irrupción de Feijóo mejorará el cauce existente entre el PP y Cs

El portavoz de la Junta de Andalucía y presidente del PP de Málaga, Elías Bendodo, no termina de cerrar la puerta a una confluencia de centro en el sur cada vez que sostiene que «la vocación» de ambos socios de Gobierno es revalidar el mandato para continuarlo al alimón otros cuatro años y pasar «del cambio al impulso».

Andalucía no ha permanecido ajena a la saga de conspiraciones, ataques o trasvase de políticos que separa -o une- a sendas formaciones, situadas en esa porción de centro que le hace ojitos a la derecha en el abanico ideológico. Más allá de las fusiones, absorciones, confluencias electorales o fugas de ‘cerebros’ que venían vomitando de un tiempo a esta parte la rumorología y la propia evolución del panorama partidista, el ansia depredador de calle Génova y el oportunista instinto de supervivencia del menguado partido ‘naranjito-liberal’ habían terminado provocando una extraña separación. Han generado la existencia de bandos antagónicos en los que conviven miembros de sendos partidos y libran un enfrentamiento que no siempre es soterrado. Sobre todo, cuando dice lo que piensa en público el sanluqueño Juan Marín.

Antes de la reciente crisis del PP, daba incluso la sensación de que Marín se atrevía a decir sobre Casado aquello que Moreno o su lugarteniente Bendodo no podían manifestar por cuestiones mínimas de lealtad. Cuando menos, la sintonía de Marín con el PP andaluz, que últimamente también respalda Arrimadas, contrasta con las enconadas relaciones que separaban tanto a la sección andaluza de la gaviota como a la dirección nacional de Ciudadanos del aparato estatal de los populares. O sea, de esa sede madrileña con ‘mudanza interruptus’ en la que fue acogido el exdirigente naranja Fran Hervías, a quien desde Cs se le augura una caída en desgracia ahora tras la dimisión de García Egea y se le recuerda que «no se aceptan cambios ni devoluciones». Precisamente, a su alargada sombra fue atribuida una nueva revuelta interna en el seno del grupo parlamentario andaluz de Ciudadanos. Cuando la polémica del audio de los presupuestos o la cainita batalla de las primarias entre Marín y Fran Carrillo habían pasado a mejor vida, la resaca electoral del 13-F mostró el río liberal andaluz bastante revuelto por aquellas declaraciones de Marín en las que acusaba a Casado de entregarle Castilla y León a la extrema derecha.

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