Opinión | En corto

Con las cosas de comer no se juega

Hay un arranque muy razonable en la huelga (o lo que sea) de transportistas, convocada y mantenida por una plataforma: las cosas de comer estaban en juego para el pequeño transportista. Las acciones fueron sin duda desmesuradas, al amparo de la anomia del movimiento (¿huelga?, ¿paro patronal?, ¿por qué reglas se rige?, ¿no hay servicios mínimos?), pero esto pasa cuando un gobierno no está atento a las señales bajo el empedrado y las organizaciones oficiales no captan el querer de su gente. Ahora hay un acuerdo con estas -no con los organizadores de la huelga- que se supone aliviará la economía del transportista (con una carta baja las oficiales nunca se la jugarían) pero da la impresión de que para algunos el asunto ya no es el resultado, sino saber quién manda aquí. Quien entre en ese juego se equivocará, pues tampoco se juega con las cosas de comer de todos los españoles.  

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