Opinión | 360 GRADOS

Auge del nacionalismo cristiano blanco en EEUU

Cada vez más políticos republicanos defienden en público que Estados Unidos abrace el nacionalismo cristiano

La congresista republicana Marjorie Taylor Greene en Washington (EEUU)

La congresista republicana Marjorie Taylor Greene en Washington (EEUU) / Lenin Nolly/ZUMA Wire/DPA

Diversas encuestas apuntan a un incremento del nacionalismo cristiano y blanco en Estados Unidos, fenómeno que se traduce, por ejemplo, en la eliminación del debate público de asuntos como el racismo, el trato a las minorías o el reconocimiento de la identidad de género.

La prohibición de libros que se ocupa de esos y similares asuntos, que reflejan la pluralidad de una sociedad moderna, ha alcanzado su máxima cota hasta el momento, según la Asociación de Bibliotecas del país.

Según esa organización, sólo en los ocho primeros meses del año en curso se prohibieron en escuelas y bibliotecas norteamericanas un total de 1.651 títulos, el cuádruple que en 2019.

La mayoría de esas prácticas se dan en Estados gobernados por el Partido Republicano de Donald Trump como Texas, Florida, Tennessee o Pensilvania.

La prohibición de libros que tratan de asuntos polémicos desde el punto de vista más conservador es fomentada por grupos activistas como “Mom’s for Liberty” (Mamás a favor de la Libertad) o “No Let Turn in Education” (No al giro a la izquierda en la enseñanza).

El primero de esos grupos afirma “empoderar” así a los padres y luchar por la propia supervivencia de EEUU mediante la enseñanza de “los principios de la libertad en nuestros hogares y nuestra comunidad”.

Y sus militantes hacen afirmaciones como ésta: “Dios me ha llamado y me ha dado los instrumentos para hacer la parte que me corresponde a su servicio y al de nuestro país”.

Cada vez más políticos republicanos defienden en público que Estados Unidos abrace el nacionalismo cristiano, afirma el profesor de Ciencias Políticas Anthony DiMaggio en un artículo publicado en el portal digital Truthout.

La representante republicana Marjorie Taylor Greene, conocida entre otras cosas por su pasado apoyo a teorías conspirativas de extrema derecha como Qanon, se refiere a sí misma como “nacionalista cristiana”.

“Tenemos que ser el partido del nacionalismo. Yo soy cristiana y lo digo con orgullo. Deberíamos ser nacionalistas cristianos”, declaró esa legisladora en una reunión de estudiantes republicanos celebrada en Florida.

Pero está también su algo más joven correligionaria de Colorado, Lauren Boebert, según la cual “se supone que la Iglesia debe dirigir al Gobierno y no éste a la Iglesia”. ¿No nos recuerda esto teocracias tan condenables como la de los ayatolas iraníes?

No es tampoco difícil encontrar paralelismos con la líder de Fratelli d´Italia y casi segura próxima jefa de Gobierno de Roma Giorgia Meloni, de la que se sabe que es admiradora del Partido Republicano estadounidense.

Doug Mastriono, uno de los propagadores de la mentira de que Donald Trump ganó las últimas elecciones frente a Joe Biden y aspirante a gobernador de Pensilvania, califica de “mito” la separación entre la Iglesia y el Estado y pronostica que los republicanos recuperarán este noviembre “con ayuda de Dios” Pensilvania “de los laicistas demócratas”.

Y el representante republicano Josh Hawley, que no ha ocultado nunca sus simpatías hacia los golpistas que el 6 de enero de 2021 asaltaron el Capitolio de Washington para impedir el traspaso de poder a un presidente demócrata, afirma que somos una nación revolucionaria porque somos herederos de la revolución de la Biblia, y sin la Biblia, no hay América”.

Según una encuesta de la Universidad de Maryland, mientras que un 57 por ciento de los votantes republicanos considera que la Constitución no autoriza la declaración de EEUU como “nación cristiana”, pero un 61 por ciento opina que ello no debe ser óbice para hacerlo.

El profesor DiMaggio habla de “cristofascismo”, que define como la “fusión de supremacía blanca, autoritarismo y total desprecio del imperio de la ley y de los derechos de las minorías religiosas” y “esfuerzo tendente a eliminar las identidades no cristianas de la conciencia nacional y de lo que significa ser americano”.

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