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La Copa de la reina

El Casademont Zaragoza celebra el triunfo en la Copa de la Reina

El Casademont Zaragoza celebra el triunfo en la Copa de la Reina / Javier Cebollada

Francis Tomé

Francis Tomé

Siempre leemos o escuchamos a aquellos que se creen que saben de baloncesto que el baloncesto masculino es mucho mejor que el femenino. Muchos hasta dicen que es otro deporte diferente, con el objetivo de desprestigiar al baloncesto femenino.

Es cierto que hay diferencias, no podemos negar una evidencia. Existen diferencias físicas y estas afectan al juego. No ves mates ni rebotes o tapones encima del aro. Pero ves jugar equipos con velocidad. No me refiero a que corran el contraataque, que por supuesto lo hacen. Me refiero a que la velocidad en el juego es alta porque la velocidad de pase también es alta. Ves equipos que defienden a toda la cancha, siendo agresivas con el objetivo de quitarle el balón al equipo rival. Y ves jugadoras obtener ventaja por el uso de la técnica individual, algo que en chicos a veces no es tan necesario porque usan el físico para sacar esa ventaja. Ves magnificas tiradoras, lecturas del bloqueo directo geniales en función de la defensa y jugadoras con gran talento para jugar baloncesto.

Esos que defienden que el baloncesto masculino es otro deporte, defienden que el baloncesto femenino no interesa, que los pabellones no se llenan y que es un producto que no llama la atención a la televisiones.

La semana pasada se disputó la Copa de la Reina en Zaragoza. El formato de competición es el mismo que el del baloncesto masculino. Ocho equipos que se disputan el título con formato de cuartos de finales, semifinales y final en tan solo cuatro días. En esta competición hemos podido ver todo esto de lo que os hablo: equipos jugando muy buen baloncesto, rápido y agresivo, buenas defensas, muchas ventajas gracias a la técnica individual, tiradoras, jugadoras de bloqueo directo y también físicos imponentes.

Entre los ocho equipos que se disputaban el título, dos de ellos eran secciones femeninas de clubes que compiten en ACB en chicos, Zaragoza (el anfitrión) y Valencia (el favorito). En la cancha la emoción era la misma que en la Copa del Rey ACB. A un partido todo es posible y también se dan sorpresas, como por ejemplo que Girona, aunque con muchas bajas, fuera eliminada en cuartos de final, o que Valencia cayera en semifinales. En las gradas el espectáculo también era el mismo que en la Copa de los chicos. Todas las aficiones conviven perfectamente dando un colorido precioso a la competición. Y lo más importante, llenaron el palacio de deportes de Zaragoza en las cuatro jornadas que dura la competición.

No pretendo faltar al respeto a los que piensan que el baloncesto masculino es más atractivo. Yo mismo soy un enorme consumidor de baloncesto masculino. La Euroleague, por ejemplo, me parece una competición genial con un formato muy atractivo. Me gusta la ACB, la NBA en su fase de play offs. Incluso la fase final de la NCAA me parece divertidísima. Pero no por eso dejo de pensar que el baloncesto femenino también tiene su atractivo y que lo que falta es ponerlo en valor, saber venderlo bien y promocionarlo a su justa medida.

Incluso la Liga Femenina Challenge, la segunda división en el baloncesto femenino, me parece una competición muy seria donde hay jugadoras fenomenales y en la que es necesario preparar cada partido con atención si quieres competir y ganar. Y esto puedo decirlo sabiendo de lo que hablo puesto que llevo dos meses dirigiendo un equipo en esta categoría.

No hay que cometer ese error de intentar desprestigiar al baloncesto masculino para poner en valor el baloncesto femenino. No es necesario. Lo que hay que hacer es potenciar las muchas virtudes que tiene el baloncesto que hacen las chicas y potenciarlo, mostrarlo al público porque creo que habrá mucha gente que son aficionados al baloncesto que se van a enganchar viendo a las chicas jugar. De esta formar también se animarán más empresas a apoyar el baloncesto en forma de patrocinio y alguna plataforma televisiva apostará en serio por mostrar el producto. Y es que producto hay, y es bueno. Quizás falta venderlo bien, sin miedo, creyendo en él.

Y por supuesto, soñar con que algún día haya un equipo malagueño ahí codeándose con los mejores. El CAB Estepona no solo sueña con llegar a eso. Ya os digo, también con conocimiento de causa, que trabaja mucho y con seriedad para que algún día ese sueño deje de ser un sueño y se convierta en una realidad. Ahora, eso sí, sin miedo, creyendo en él y vendiéndolo bien.

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