Viento fresco

De terraceo matinal en La Malagueta

Fachada de la Cafetería Flor, en La Malagueta.

Fachada de la Cafetería Flor, en La Malagueta. / La Opinión

Jose María de Loma

Jose María de Loma

El bar Flor, junto a la plaza de toros de La Malagueta, es una de esas estupendas atalayas para observar la vida. Avanzada la mañana es bullicioso con clientela del barrio pero también de paso. Por la mañana temprano, su extensa terraza está más tranquila y puede uno asignarle una vida al viandante que pasa, admirar proporciones de bellos ejemplares humanos, leer el periódico y hasta entrever la mar que asoma por la calle Cervantes. Ayer, pitufo a la catalana y mitad doble, poco después de las nueve, leyendo en este diario la estupenda conversación entre Juan Cruz y Valentí Puig (saca dietario), iba uno levantando la cabeza cada poco para anclarse en la realidad. En una mesa había un grupo de alegres funcionarios, en otra estaba una conocida peluquera de la zona y en una mesa alta, apurando un cortadito junto a un par de amigos estaba Javier Conde, el torero. Un rato después, ante uno de los grandes dilemas del día (¿otro café?) atisbé al cronista Antonio Roche, periodista, director del Área de Cultura de la Diputación, que por cierto durante un tiempo escribió una sección periodística de mucha vida y muchas negritas, de mucho patear la ciudad y estar al cabo de todo. Me encanta el verbo atisbar. Un cabo de la Guardia Civil también pasa por la zona, que digo yo que será cabo, me lío un poco con los emblemas militares. No parece un guardia raso, dado que pide el café con ciertas maneras de saber mandar. Sin embargo, se le acerca de pronto una lotera y la trata con mucha delicadeza, no como yo, que la espanto con un sequerón «no juego», del cual me arrepiento pronto. Claro que juego, a muchas cosas. La terraza se va animando, llegan algunos turistas y dos señores que al encontrarse se abrazan como se abrazan dos personas que llevan mucho tiempo sin hacer negocios juntos.

Las notificaciones del móvil me distraen y decido levantarme, cosa que siempre me es muy difícil decidir ya sea de la silla o de la cama. Decía Manuel Alcántara que nunca había que tener prisa ni por irse a la cama ni por abandonarla. Y digo yo que no hay que tener prisa en general. Pago. 4,10. Ando. Caminar cura casi todo, dice un titular de El País. Salvo si vas mirando el móvil e invades el carril bici, claro, lo cual me granjea un venablo de un mentecato con dos ruedas que carece de cortesía y que a lo mejor se dirige al bar Flor. O a la cama. En los bajos de la plaza de toros hay una tentadora exposición fotográfica. Me asomo pero para tomar una foto del ruedo. Imagino los sonidos en día de corrida. Al salir, enfilando hacia el Parque, un señor me pide la hora. Se la doy y caigo: de repente se me ha hecho muy temprano.

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