CRÓNICA POLÍTICA

Una riada de poder en manos de Núñez Feijóo

El otro gran vencedor de las municipales, además del PP, es el partido Bildu: en el País Vasco con más de cien alcaldías y con treinta en Navarra

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. / Atlas agencias

Manuel Campo Vidal

Manuel Campo Vidal

España ya es un mar azul municipal (azul oscuro a ratos) con islas rojas socialistas, más numerosos islotes nacionalistas en Cataluña, País Vasco y Galicia. El poder acumulado por el Partido Popular es inmenso: treinta capitales de provincia sobre cincuenta, más Ceuta y, pronto, Melilla; súmenle además otras ciudades importantes sin capitalidad, Cartagena o Ponferrada por ejemplo. Menos éxito en Galicia, la tierra de Núñez Feijóo, paradójicamente, donde sólo gobernará Ferrol y una inmensidad de pueblos pequeños al haber obtenido mayoría absoluta. En Galicia no hay Vox, por lo que el PP no tiene con quien pactar para obtener esos concejales que le han faltado para hacerse con ciudades grandes.

El otro gran vencedor de las municipales es el partido Bildu: en el País Vasco con más de cien alcaldías y con treinta en Navarra, siendo primera fuerza en muchas otras localidades y capitales. Pero le ha puesto freno el acuerdo entre socialistas y nacionalistas del PNV. Gracias a ello, Bilbao y San Sebastián no tendrán alcalde de Bildu sino del PNV y Vitoria estrena alcaldesa socialista, Maider Etxebarria.

La hegemonía popular -el gran cambio de la política española- llega en tres oleadas de desembarco: la primera, la brigada de miles de alcaldes y concejales; a continuación llegará la de presidentes de Diputación, Juntas y Cabildos, o sea, los gobiernos provinciales e insulares; y la tercera, con mas poder aún, los gobiernos autonómicos.

Adelantándose a esos plazos, el PP valenciano aceleró su acuerdo con Vox, aún no se sabe el porqué. Núñez Feijóo tiene motivos para estar muy molesto. A diferencia del murciano Fernando López Miras, que está a dos diputados de la mayoría absoluta y le mantiene el pulso a Vox y a su excéntrico candidato, en Valencia firmaron un acuerdo que ha sacado los colores al PP nacional. Evitaron al cabeza de lista de Vox, Carlos Flores, un condenado por maltratar a su exmujer, aunque enviándolo al exilio dorado del Congreso en Madrid; pero han colocado como vicepresidente y consejero de Cultura a un extorero, Vicente Barrera. lo que haría las delicias del cineasta valenciano Luis Berlanga si reviviera. Pero se puede ser torero, futbolista o cantante y después político al máximo nivel. Sobre todo con preparación. Barrera es licenciado en Derecho y empresario. Más datos: según publica Jordi Evole en La Vanguardia, Barrera, el flamante vicepresidente de la Generalitat valenciana, consultó en sus redes sociales el nombre que iba a poner a su nuevo caballo: dudaba entre llamarle Caudillo (por Franco) o Duce (por Mussolini). «Son lo que son y no lo esconden», comenta un integrante del equipo de Ximo Puig, desalojados del poder por el hundimiento de Podemos.

La reacción a lo sucedido en Valencia, exigió la entrada en la polémica de la dirección del Partido Popular, Núñez Feijóo incluido, para reiterar su compromiso con la defensa de la mujer. La lectura de los acuerdos valencianos, alarma a cualquiera. Es un calco del pacto PP-Vox en Castilla y León, cuyos efectos ya se conocen en España. Vienen tiempos difíciles, no por la alternancia en el poder, que es normal en democracia, sino por la exigencia de los ‘complementarios’. El fantasma de Finlandia está en el horizonte: Gobierno conservador con la ultraderecha euroescéptica y antiinmigración que solo ha aceptado desbloquear el embrollo después de 70 días de negociaciones si se le entregaban siete carteras ministeriales entre ellas, Economía, Finanzas, Justicia, Interior, Sanidad y Asuntos Sociales. O sea, casi todo el Gobierno menos Exteriores y Defensa. Por el poder, todo vale.

Suscríbete para seguir leyendo