Tribuna

Los coches son para hombres

Una imagen de la marcha del 25-N en Málaga.

Una imagen de la marcha del 25-N en Málaga. / Gregorio Marrero

Susana Torres Serralvo

Susana Torres Serralvo

 Los coches son para hombres. Y no es que lo diga yo. Lo hace un estudio recién publicado que se titula “Análisis de la accidentalidad bajo una perspectiva de género”. En él se explica que como las pruebas se hacen con dummies que simulan el cuerpo masculino el diseño final favorece, por ejemplo, que en caso de accidente una mujer tenga un 17% más de probabilidades de morir que su acompañante varón, además del doble de posibilidades de sufrir una lesión cerebral. También señala que los cinturones de seguridad no se adaptan a nuestro cuerpo, pero de eso ya nos habíamos dado cuenta las mujeres conductoras sin necesidad de hacer ningún estudio.

Otra investigación, ésta de la Universidad Rey Juan Carlos, dice que los estereotipos de género, como que las niñas no son buenas en matemáticas, limitan las opciones a las féminas en carreras dominadas por hombres y, citando literalmente, “obstaculiza la productividad y el crecimiento económico”. Vaya, que nos minan la moral y todo el mundo sale perdiendo. Pero también lo sabíamos sin mayores indagaciones.

Tenemos estudios sobre la brecha salarial, aunque ya sabemos que cobramos menos porque reducimos nuestra jornada, pedimos excedencias o no podemos acceder a ciertos complementos por lo que sea. Estudios sobre la falta de estudios en materia de enfermedades y sintomatologías específicamente femeninas. Otros sobre la infrarrepresentación de la mujer en los libros de historia, en los consejos de administración, en la política...

Sin embargo, estos estudios son necesarios. Porque aunque la mayoría de nosotras sepamos perfectamente que el mundo está hecho a la medida de los hombres, aún hay quien no nos cree. Porque todavía muchos nos ningunean en reuniones de trabajo plagadas de paternalismo; consideran que ser madre impide ser buena trabajadora pero ser padre es señal de responsabilidad; aún acumulamos casi todos los contratos parciales a pesar de que preferiríamos jornadas y sueldos completos y, finalmente, acabamos siendo pensionistas pobres como podrán corroborar el 75% de quienes ingresan una pensión por debajo de los 700 euros, que son todas mujeres... Pero aun así, muchos nos siguen llamando quejicas. En el mejor de los casos.

Y es que incluso nos están matando y lo están negando.

Por eso hay que seguir invirtiendo recursos en estudios aunque sus conclusiones sean a veces evidentes para nosotras. Y hay que mantener las movilizaciones en fechas como el 25 de noviembre aunque ya estemos afónicas de exigir que cese la violencia mientras no para de aumentar. Y por eso, por mucho que nos insulten los violentos y los nostálgicos de la sección femenina, los sindicatos seguiremos siendo el muro de contención frente al acoso sexual y por razón de sexo en las empresas.

Otro informe, éste de CCOO Málaga, dice que en lo que va de año 249 compañeras han acudido a la Secretaría de Mujer a pedir auxilio porque estaban siendo discriminadas, acosadas e incluso violadas en sus trabajos. Nos han contado historias de sufrimiento, de miedo y de resiliencia. Hemos visto como algunas se echaban atrás superadas por una presión insufrible, nos han hablado de otras que ni siquiera se atrevían aún a dar el paso de contarnos lo que les pasaba. Pero también hemos logrado triunfos, que se hiciera justicia y que eso diera confianza a otras mujeres a denunciar y a otros hombres a apoyarlas.

Y así seguiremos todos los 25 de noviembre que sean necesarios. Porque sabemos lo que pasa en muchas empresas cuando nadie mira. Y por eso, señores acosadores, las mujeres y hombres de las Comisiones Obreras no vamos a mirar hacia otro lado. Y haremos más informes y estudios, saldremos en manifestación las veces que haga falta, demandaremos a los acosadores hasta saturar los juzgados si es preciso, seguiremos pidiendo reformas legales que nos ayuden a derrotaros... Haremos todo lo que haya que hacer hasta lograr la igualdad. Porque no hacen falta estudios para saber que ese es el único futuro posible.