EL DESLIZ

Óscar Puente no te puede bloquear

Asumir un cargo público desactiva el botón de bloquear

Óscar Puente.

Óscar Puente. / José Luis Roca

Pilar Garcés

Pilar Garcés

Me interesan los asuntos de los trenes de cercanías de Madrid lo mismo a que los ciudadanos de Parla mis cuitas con los billetes de avión, ese misterio de cada Navidad en el que un vuelo para ir a la Península con descuento de residente sale más caro que el mismo trayecto sin bonificación desde la Península a las islas. Aún así me he enterado de que se han producido sucesivos descarrilamientos en la red ferroviaria de la capital, lo que ha motivado un rifirrafe entre los gestores locales y el ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible. El alcalde madrileño se ha quejado con esa chulapona falta de educación que suele exhibir, el ministro Óscar Puente le ha bloqueado en las redes sociales y José Luis Martínez Almeida ha insultado al socialista llamándole «mamporrero y macarra». Un nivelazo que no ayudará a que los vagones llenos de contribuyentes circulen con fluidez y seguridad, pero que ha evidenciado un hecho curioso: el miembro del Gobierno de Pedro Sánchez tiene a un montón de gente bloqueada en sus cuentas, que presume de llevar personalmente. Desde periodistas que le han criticado a políticos de otros partidos, y cargos públicos de todas las administraciones con los que tiene que trabajar le guste o no en su desempeño diario. Su propio jefe de la Moncloa le ha aconsejado que deje ya sus canales de comunicación en manos más expertas, porque, parafraseando el famoso adagio, ‘quien es su propio community manager tiene a un estúpido como cliente’. Pero a Puente le gusta el barro y defiende que seguirá administrando sus redes y usando en ellas un tono nada institucional porque él es así, un tipo con los filtros justos. Muy aficionado a cancelar al prójimo que le replica «para que no se haga daño» y porque él decide con quién comparte su tiempo: «bloquear es terapéutico», afirma. Desde la perplejidad me he ido a buscar su cuenta de X (antes Twitter) y me he encontrado con la foto de una cartera de cuero con el logo del Ministerio, pagada con mis impuestos en una minúscula parte, supongo. O sea, no es la cuenta de un particular, sino el canal de un servidor público que decide quién accede a la información oficial que él proporciona. Porque hay un derecho de cualquier ciudadano, vote a quien vote y se comporte como se comporte, a saber en qué anda un ministro.

Asumir un cargo público desactiva el botón de bloquear. Antes que Óscar Puente, Donald Trump también se dedicaba a cancelar en las redes sociales a todo aquel que le molestaba, se burlaba de él o le criticaba. Y eran miles y miles de contribuyentes. Lejos de aceptarlo como una decisión personal en legítima defensa, fue llevado a los tribunales invocando la Primera Enmienda norteamericana, que defiende la libertad de expresión. Una sentencia dictaminó que es inconstitucional que un político en ejercicio cercene el derecho del prójimo a acceder a la información pública y a participar en los debates que se generan sobre asuntos de interés general, y obligó a conservador a admitir a todo el mundo sin distingos en su comunidad. Se podría decir que, como Trump, Puente tiende a descarrilar en lo que a transparencia se refiere. No se puede seleccionar la parte del pueblo soberano a la que rindes cuentas o con la que te comunicas cuando gobiernas para todos. Pero nunca es tarde para rectificar, que se acercan estas fiestas tan entrañables en las que se llenan los trenes y los aviones, y todos somos como hermanos.

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