Viento fresco

Mensajes navideños

Rey, presidentes autonómicos, alcaldes, todo el mundo da su alocución televisada. Yo echo en falta a algunos sin embargo

Alberto Núñez Feijóo, durante su mensaje de Fin de Año en unas navidades pasadas.

Alberto Núñez Feijóo, durante su mensaje de Fin de Año en unas navidades pasadas. / Conchi Paz

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Aquí todo el mundo da mensajes de Navidad. El Rey, los presidentes autonómicos, los alcaldes. Echo en falta a los dirigentes de las mancomunidades, sin que se nos pase por alto el verbo siempre florido y necesario de los presidentes de las diputaciones. Faltan mensajes de presidentes de comunidades de vecinos, que podrían ser retransmitidos por YouTube a todos los pisos y que ponderarían los valores de la convivencia, pese a la actitud cerril del señor del Quinto B, la insistencia en no dar los buenos días de la del Cuarto y lo poco cívico de las cagadas de perro en el ascensor de vaya usted a saber quién. Y eso si las cagadas son de perro. Los valores constitucionales han de ser ensalzados por todo prócer que se precie y aunque la Constitución no dice nada de eso, seguro que avala que los del primero no pongan un toldo rojo en disonancia con los toldos de la fachada, que por consenso son azul claro. Los grupúsculos nacionalistas del edificio (los dos apartamentos turísticos) criticarán el discurso, claro, apelando a la desobediencia y a un referéndum para el cambio de régimen. Para régimen el que llevan los que usualmente moran ahí, venga botellas, venga cervezas y venga embutidos hasta las tantas todos los días. Y el ruido. Así está el propio presidente de la comunidad, que con tal de seguir en el poder ha permitido a los del ático, a cambio de su voto, hacer fiestas también los jueves y, claro, los tiene justo encima, así que no descansa y lleva una cara como de líder de la oposición. La escritura de estos mensajes podría correr a cargo, ahí veo un nicho de empleo, de algún joven del vecindario con redacción despierta o que estudie periodismo, no primer curso, donde aún impera el cuajo del Instituto, pero sí de tercero o cuarto que ya van con más intención y garra en la pluma. Aquí todo el mundo da mensajes, nos quedan unos pocos, dado que la primera cosecha de alocuciones se produce el 24 pero la segunda llega el 30 o 31. Desde lugares paradisiacos, a veces. Donde no estaría mal que se quedaran también una temporadita. Apelando al consenso, eso sí.

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