TIERRA DE NADIE

Tests de inteligencia

Hemos cronificado el desastre, que chapoteamos en un estado de emergencia crónica

El malestar surge de una zona del cerebro sobre la que podemos incidir.

El malestar surge de una zona del cerebro sobre la que podemos incidir. / Generador de imágenes de la IA de BING para T21/Prensa Ibérica, desarrollada con tecnología de DALL·E.

Juan José Millás

Juan José Millás

Vivimos en un estado permanentemente anticipatorio. Y no anticipatorio de cosas buenas, sino de desastres. Acabo de escuchar en la radio que, con la situación geopolítica actual, lo más probable es que suban los combustibles. Y ya se sabe que cuando suben los combustibles suben las patatas. Las patatas y las clases de canto, queríamos decir, y los huevos de corral y las naranjas y el gimnasio y el material escolar y la fruta (con perdón, no pretendía llamar hijo de puta a nadie). Subirán los peajes y no solo los peajes de las autopistas, sino los de la existencia en general. Lo primero que se pregunta una pareja que acaba de tener un hijo es si el niño sufrirá el síndrome de hiperactividad al crecer y cuánto les costará el psicólogo (o la psicóloga, maldito genérico disminuido). Significa que hemos cronificado el desastre, que chapoteamos en un estado de emergencia crónica. Cronificar algunas enfermedades mortales está bien, pero cronificar el susto de no llegar a fin de mes, de no pagar la hipoteca o de que los hijos no regresen a casa a la hora convenida desgasta mucho física y mentalmente. Hablamos de un desgaste que no se nota día a día, pero que va pesando con el trascurrir de las semanas. Hay gente que se rompe porque no ve el modo de conciliar el trabajo con el cuidado de los hijos. No se rompe de golpe porque somos geniales y hemos cronificado la rotura.

En internet te salen al paso todo el rato tests de inteligencia que te puedes hacer completamente gratis. Yo me he hecho un par de ellos, por curiosidad, y salgo tonto en los dos. Tonto con relación a la media, dicen. No me preocupa mucho porque soy tonto desde que era pequeño y he conseguido cronificar mi tontería de modo que me molesta un poco, pero sin matarme. Un tonto como yo, en el siglo XIX, no habría sobrevivido. Pero los avances de la medicina y la psicología, desde entonces, han sido exponenciales. Imagino que los que superan estos tests tan crueles de inteligencia son nuestros gobernantes, los gobernantes del mundo en general. Pues nada, a ver si se nota, porque lo que nos llega de su forma de dirigir es una cronificación de la pobreza, de la desigualdad, del malestar de existir, y de la locura.

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