TRIBUNA

Podemos: anatomía de una caída

¿Sería Podemos algo imparable que ganaría al PP tras liquidar al PSOE? El temor fue tal en 2014 que un inteligente banquero afirmó «necesitamos un Podemos de derechas»

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra (i), y la exministra de Igualdad, Irene Montero.

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra (i), y la exministra de Igualdad, Irene Montero. / EP

Joan Tapia

Joan Tapia

Esta semana pasada ha hecho 10 años que Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero y otros fundaron Podemos. Nació como consecuencia de la protesta de los indignados contra la crisis del 2008 que estalló en el 2011 con la ocupación de la Puerta del Sol, el movimiento 15-M y el «no nos representan». Todas las expectativas se frustraron y entonces Podemos prometió defender a «los de abajo» contra «la casta». Acabar con el régimen del 78 que no era una democracia y conquistar el cielo por asalto, sin consenso. Y en las elecciones europeas de mayo de aquel 2014 lograron -por sorpresa- 1,2 millones de votos y 5 eurodiputados. Un éxito que coadyuvó a la abdicación de Juan Carlos el 18 de junio. Y de inmediato el CIS colocó a Podemos como el segundo partido en intención de voto directa. Tras el PP, pero delante del PSOE.

¿Sería Podemos algo imparable que ganaría al PP tras liquidar al PSOE? El temor fue tal que un inteligente banquero afirmó «necesitamos un Podemos de derechas». Y todo pudo pasar. En las elecciones generales del 2015 que ganó Rajoy sin mayoría, el PSOE con el nuevo liderazgo de Pedro Sánchez bajó a 90 escaños (en el 2011 Rubalcaba 110) y Podemos y sus confluencias alcanzaron los 69. Y todo el mundo creyó que en la repetición electoral de junio del 2016 Podemos daría el ‘sorpasso’ y el PSOE acabaría como el Pasok griego. Pero no fue así y el PSOE con 85 escaños quedó por delante de Podemos más Izquierda Unida con sólo 71. Aquel fue el primer punto de inflexión.

Hoy Podemos tiene sólo 5 escaños, obtenidos en la lista de Sumar de Yolanda Díaz y el miércoles 10 propinó la primera derrota de la legislatura al Gobierno al rechazar el decreto del subsidio de desempleo. Y puede ser la gran cruz de Sánchez en las próximas semanas porque quiere vengarse del ninguneo de Yolanda en la lista de Sumar. ¿Qué ha sucedido para que de encarnar el esplendoroso futuro de la izquierda en el 2015 -alguien dice que entonces Iglesias y Errejón eran como Felipe y Guerra en 1977- se haya convertido en un grupo marginal?

Quizás lo más decisivo es que, pese a todas las descalificaciones, España volvió a crecer, salió de la crisis y creó empleo en los últimos tiempos de Rajoy y con Pedro Sánchez tras la moción de censura del 2018. La desesperanza que aupaba a Podemos fue diluyéndose y el PSOE aguantó al renovar su dirección sin romperse (victoria de Sánchez en las primarias contra Susana Díaz y Patxi López). La salida era Bruselas, no Caracas.

Pero las grandes peleas internas, cuyo momento decisivo fue la ruptura entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, a la que se añadió después la de Carolina Bescansa y tantos otros, también han tenido mucha relevancia. Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores, alineado con Iglesias, pero hoy en actitud ‘suelta’ se ha sincerado a Álvaro Carvajal en El Mundo: «Podemos se ha encastillado, alguna vez se ha vuelto paranoico… la dirección no ha sabido convencer a los discrepantes de quedarse… porque el problema de Podemos ha sido siempre la soberbia… también de Errejón».

La gran soberbia de Iglesias que dimite de vicepresidente de Sánchez tras haber exigido la repetición electoral del 2019 para forzar la coalición y -Monedero dixit- «deja a Belarra el regalo envenenado de Yolanda Díaz que no es de Podemos y no tiene ningún compromiso». Lo que no dice Monedero es que la gestión -la ley del ‘sólo el sí es sí’ con efectos muy contrarios a los previstos- y la tozudez y el maximalismo de Belarra e Irene Montero obligaron a Yolanda Díaz y a otras fuerzas de izquierdas (como Mas Madrid) a unirse en Sumar para que sobreviva algo a la izquierda del PSOE. No es una asignatura fácil porque ya se ha visto como está Tsipras en Grecia.

Y el futuro pinta mal. Está clara (Galicia) la animadversión total entre Pablo y Yolanda. Y las elecciones europeas de junio son vistas en Podemos como la venganza por el ninguneo de Sumar en las generales del pasado julio. Irene Montero, la candidata, acusará a Sumar de comparsa de Sánchez, lo que puede hacer que voten contra el Gobierno. Como el miércoles 10. ¿Puede acabar Podemos, que quiso ser la gran apuesta de una nueva izquierda, como el enterrador del gobierno de toda la izquierda apoyado por todo el nacionalismo?

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