Notas sobre cine

J.A. Bayona, nuestro Steven Spielberg

Algunos le tendrán tirria pero el celuloide, no: en datos de taquilla, de las seis películas españolas de la historia con mayor recaudación tres son del catalán

J. A. Bayona.

J. A. Bayona. / EFE

Miguel Robles

Miguel Robles

Más díficil que creer en los sueños es materializarlos. Convertir un scalextric en un tren que cobra vida cuando la cámara grita acción bajo el encendedor rojo. Proyectar en la pared una sombra cuya forma va aumentando conforme la imaginación de su creador, adquiriendo el semblante de un monstruo que reclama salir de las cuatro paredes, hambriento de realidad. Correr en la montaña siguiendo la velocidad del viento, inalcanzable, hasta que nuestros pies rozan su estela y tendiendo nuestro cuerpo al vacio empezamos a ver el mundo demasiado diminuto desde arriba, como si hubiéramos nacido por primera vez y gobernáramos un suelo de insectos. Volar montañas, como pilotos de un avión sin retorno, inmortales a la caída.

J.a. bayona, nuestro steven spielberg

Imágenes de dos cintas de Bayona: «Lo imposible» y «La sociedad de la nieve». / L. O.

Cierto que si los sueños no tuvieran su dosis de verdad, de respetar el destino de la muerte, no serían sueños. Como ese niño pequeño que engulle las páginas de la fantasía pero también como cualquier adulto que digiere lo irreal y lo adapta a las reglas de lo tangible, atreviéndose a deslavazar la imaginación y reconocer aquellos aspiraciones frustadas, es Juan Antonio Bayona. Criado en Barcelona, su espíritu es profundamente americano y su trayectoria lo ha empujado hasta la tierra de las oportunidades donde se han aprovechado de su inherente talento para las imágenes y las historias.

Pocos ejemplos en Europa representan el modelo hollywodiense de aventura y corazón. De contar historias de ensueño como las que se convierten en pesadilla. Una impronta que arrancó con El Orfanato, sobre aquellos viajes que realizamos solos hacia nuestros miedos, en el que revelamos nuestra naturaleza de fantasmas para recuperar nuestra condición corpórea con la que podemos sentir, amar y desear. También perder, al igual que en Lo Imposible (2012), volvernos supervivientes de un oleaje al que sólo nos queda arrastrarnos por su marea. Y perderse, como en su reciente La Sociedad de la Nieve, en la inmensidad de la montaña que demuestra una vez más una comparativa y ridícula pequeñez de nuestros sueños de conquista, en una vestica que hiela nuestra ambición y nos sume impotentes al clima, para acabar hallando la luz en los seres queridos que siempre tenemos al lado. De contener nuestros deseos, todos esos poderes inimaginables que redactábamos cuando éramos pequeños, de creación (Jurassic World: El Reino Caído) y de destrucción (Un monstruo viene a verme).

Domar justamente los monstruos del exterior, y los más peligrosos, los que llevamos dentro.

Muchos lo acusan de impersonal. Genérico. Misma pieza de un mismo engranaje. Que cuenta lo mismo pero con otras imágenes. Un tipejo que intenta parecerse a Steven Spielberg. Algunos le tendrán tirria a Bayona, pero el celuloide no. En datos de taquilla, de las seis películas españolas de la historia con mayor recaudación tres son del cineasta catalán.

Porque más díficil que parecerse a Spielberg es hacerlo en España. Un lugar donde nos da envidia el talento que es propio, lo más lamentablemente autóctono que tenemos, junto a reconocer verdades dolorosas: él mismo señaló que las nuevas generaciones de estudiantes de cine no han visto cine, que el conocimiento cultural de lo que estudian es mínimo, una paradoja que traducida a otros sectores sería el programador que no entiende las pautas de un procesador Windows o el médico que no sabe donde está el radio. En este próximo mundo audiovisual español que parece mecanizar los sueños a la pantalla pero no creérselos, nos faltan bayonas para seguir soñándolos.