Mirando al abismo

Andalucía y el negro

María Gaitán

María Gaitán

Sé que ha pasado ya el día en que celebramos que somos andaluces, pero tenía la necesidad de compartir con vosotros lo que para mí es ser andaluz. Andalucía es una tierra que ya existía antes de la conquista castellana. Los andaluces hemos sobrevivido hasta ahora porque somos inclusivos, todo lo que nos llegaba nuevo lo asumíamos, lo integrábamos y ya era parte de nuestra cultura. Por eso en nuestra forma de hablar el español siguen vivas expresiones tan antiguas como ‘manque’. Somos un pueblo que se adapta a lo nuevo sin olvidar lo que tenía.

Ser andaluz es más que cantar el himno un día al año, comer pan con aceite y presumir de acento. Todo eso da igual si solo es un día al año, si el resto del tiempo nos dejamos avasallar por los que dicen que no tenemos cultura, que somos unos vagos… Andalucía necesita que nos levantemos, cada uno en su campo, y le dejemos claro al resto del mundo que sí que somos cultos y capaces. Nuestra forma de vivir es más pausada que la del resto pero eso no significa que sea peor.

Nosotros no creemos en el negro como anunciador de dolor y, parafraseando a Antonio Martínez Ares, como soy andaluz mis penas son de colores. Esto no significa que no lloremos o que no nos duela. Es que nos duele distinto. Quién no se ha reído en un funeral o en un hospital solo para sentir que todo era menos grave. Los andaluces somos la resistencia, estamos solos frente a un mundo que no nos quiere entender y respondemos con una comparsa, un cuarteto, un monólogo, un fandango… Ya decía Juan Carlos Aragón, haciendo referencia a España, jugando con esa nomenclatura de norte y sur, que «en el sur no hay más miseria que tener en el norte a los del norte». No estoy completamente de acuerdo con él pero sí que sé que es así en cuanto a gobierno e instituciones se refiere. Ser andaluz fuera de Andalucía es un acto de rebeldía, porque nos siguen pidiendo que hablemos «normal», porque el personaje con acento andaluz en las series sigue siendo el portero o la limpiadora. Ante todo esto solo queda esperar que cambie algo en las nuevas generaciones. Esperar que entiendan que el mundo funcionaría mejor si apartaran la prisa, si saludaran a todo el mundo por la calle, si se pararan a hablar con cualquiera, en definitiva, si el mundo fuera un poquito más andaluz.