Opinión | El paseante

Bares

Bar repleto en el Centro de Málaga.

Bar repleto en el Centro de Málaga. / Gregorio Marrero

Dos bares de Málaga han aparecido en diferentes medios de comunicación por hacer el trabajo que correspondería a los grupos de oposición municipal a D. Francisco de la Torre. Por un lado, la indignación de Dani, Dani Drunko para los amigos del ‘Drunkorama, a causa del destierro de su casa, ha conseguido que muchas y muchos ciudadanos protesten, de un modo artístico y visible, contra lo que consideramos el actual cáncer de nuestra ciudad, esto es, la proliferación sin control (ya digo, como cáncer) de los apartamentos turísticos que, desde esas zonas invadidas, está centrifugando malagueños hacia ningún sitio. En Málaga la vivienda es más escasa que la lluvia y, así en plan profeta, me atrevo a predecir una emergencia social en breve, gracias a unas autoridades protectoras de los modernos señoritos del cortijo, esos que no tienen que aguantar un piso de fiesta frente a su balcón o sobre su techo, pero se embolsan unos buenos beneficios. Dani ha sufrido lo que muchos están sufriendo cada día. El casero lo ha largado. Un piso, incluso un local, reconvertido en patera de cama caliente, con IBI, es mucho más rentable que alquilarlo a cualquier familia. El otro bar de copas, también atendido por los medios como vocero de aquello que pasa en la calle ha sido ‘El Muro’ con su pizarra en la fachada impulsada por Francisco Riofrío y, siempre, en manos de una multiplicidad de estilos y visiones; un divertimento que, poco a poco, se ha convertido en un serio difusor de ese desamparo que muchos malagueños sentimos frente a una ciudad enajenada mediante un proceso calculado, esto es, con alevosía, por el tan longevo equipo municipal del PP, y receptada por quienes están obteniendo los billetes. Un fenómeno que se produce en otras muchas partes del país y hasta de Europa pero que aquí, sin embargo, se podría haber evitado. Quedan aún por construir amplias áreas, incluso céntricas, a las que el Ayuntamiento nunca prestó atención hasta estos días en que las vuelve habitables para los foráneos.

Me encantaría haber dedicado estas líneas a episodios sobre la curiosa naturaleza humana que siempre supone un reto para la imaginación del articulista, como ese sucedido en Vélez Málaga donde un coche fúnebre aparcado ha puesto nervioso a un vecindario con esa tan barroca llamada a la conciencia del paso del tiempo y su llegada al mar eterno de las horas, eso sí, en automóvil; o haber sugerido a este Gobierno agnóstico, y seguro que hereje, que incluyera en la amnistía el compromiso del ‘Puchimón’ a procesionar detrás del Rico, como método para agilizar el procedimiento administrativo y, así, el hombre habría conocido Málaga y bla-bla-blá y bla-bla-blá. Y estoy seguro, por lo que conozco a ambos barman, que ellos también querrían estar a lo suyo, que no sólo es poner copas, sino la dedicación musical de Dani en el grupo ‘The Odd Balls’, y el privado e intransferible entusiasmo lector de Francisco. Ambos se han visto envueltos en un vórtice informativo a causa del secarral de ingenio por donde transita la oposición política a de la Torre y su diseño de una «Málaga sin malagueños, qué bonito sueño, Paco, Málaga sin malagueños». Tendría que haber sido el otro Dani, el opositor municipal, junto con sus socialistas, quienes impulsaran esas protestas contra una situación que ya se ha vuelto una calamidad, como constata cada quien que busque un domicilio más o menos estable en nuestra ciudad. Pero es que en la oposición se vive muy bien y sólo el hambre agudiza el ingenio, como ya dejaron escrito los clásicos. La buena noticia para esos beduinos del desierto de ideas es que por un par de euros pueden comprar un periódico (aconsejo este, por supuesto) para enterarse de lo que sucede e estas esquinas de su teórica preocupación y, por otros pocos, leerlo acompañado con su caña de cerveza e, incluso, preguntar en la barra de estos dos bares, y en otras muchas, qué podrían hacer para que pareciera que hacen algo. Bares, qué lugares tan gratos para opositar.