Opinión | Málaga de un vistazo

Primavera

Empieza la primavera lloviendo, batiendo la tierra seca hasta el barro, pintando el verde de verde reluciente, decorando las ventanas de laberintos de gotas que encuentran irregularidades en las superficies más planas. Empieza la primavera y la luz se alarga con el bostezo del tiempo iluminando horas dormidas manteniéndonos despiertos, el frío no tan frío se esconde en el calendario y nos da la espalda sin mirarnos, como un amante que olvida tu nombre sin despedirse. Renacen las flores como notas en un pentagrama de una hermosa partitura que llena de colores vibrantes el concierto de la vida, el campo se llena de campo, más allá de la ceguera urbana, la naturaleza celebra su espectacular metamorfosis, el cielo se llena de aves que buscan el nido de la vida, y pequeños insectos despliegan la ingeniería de citas a ciegas de una flora promiscua. Empieza la primavera tras un invierno tímido, en un contexto hostil, dando vida mientras tantos se la quitan, proyectando belleza donde nadie mira, regresando puntual, aunque ya sea tarde en todas partes. Siempre es tarde en un mundo con prisas, donde todo sucede a ritmo del olvido, lo importante, lo trágico, lo significativo, se repiten los días sin generar memoria ni aprendizaje, los mismos fallos, los mismos problemas, igual de erráticos, igual de confundidos. Pero llega el perfume de la primavera y lo impregna todo de esperanza, o de alivio, basta con pasearse una tarde por la montaña, o caminar siguiendo el curso de algún río, verlo todo desde arriba o adentrarse en el paisaje, para sentir que todo sigue igual, aunque tan distinto, que todavía brilla el esplendor, y es hermoso lo bonito, que aún suena la dulce melodía que envuelve y abraza lo vivo. Empieza la primavera y todo parece algo mejor, o no todo tan malo, al menos mientras dura la lluvia y se silencia el ruido un rato.