Opinión | Tribuna

El socio preferente de Sánchez

"Milei y Sánchez están dejando clara su vergonzosa manera de entender la política internacional"

El líder de Vox, Santiago Abascal (i), junto a Javier Milei (d), presidente de Argentina.

El líder de Vox, Santiago Abascal (i), junto a Javier Milei (d), presidente de Argentina. / EFE/Rodrigo Jiménez

Javier Milei y Pedro Sánchez están jugando una partida al juego de moda: el populismo polarizador. En esta ocasión, me temo, las noticias son malas para el presidente del Gobierno de España: Milei es presidente de Argentina gracias a ser un experto en estas técnicas. Si siguen con los codazos y patadas en la espinilla, me temo que el argentino tiene ganado el partido. Es verdad que se notan grandes diferencias: el cuello blanco de Sánchez vs. el marrullerismo de Milei, que se asemeja a un enfrentamiento noventero entre Michael Laudrup y Diego Simeone. Sánchez se presenta con una imagen pulcra, diplomática y da pases mirando al tendido; por otro lado Milei se maneja con un estilo brusco y directo, dando patadas para cortar las jugadas a base de exabruptos. En este juego de populismos, Milei ya ha demostrado que puede ganar y Sánchez está en una posición incómoda y sobreactuada.

El espectáculo, en general, es bochornoso. Ambos dirigentes están dejando clara su vergonzosa manera de entender la política internacional. Pero quizá en este caso Sánchez es el que esté perdiendo más. Mandar a todo un canciller como Albares a inmolarse con decisiones excesivas se acerca a un ridículo internacional innecesario. Pero es que las estrategias electorales populistas se ven a la legua; están telegrafiadas. Y es aquí donde entre en juego el socio preferente de Pedro Sánchez. Vox, un partido que aparece siempre al rescate del presidente Sánchez. Cuando más falta le hace tomar oxígeno al socialista, llegan los iliberales a regalarle una bombona cargada. Vox, el socio preferente de Sánchez, ha subcontratado ahora a Milei como estrella invitada de la campaña electoral para las europeas.

Se nota que Milei nada estupendamente en el fango, aunque él está diferenciando entre sus mamarrachadas y el Estado argentino, algo que Sánchez ha decidido no hacer, arrogándose el papel de jefe de Estado que no le corresponde. El presidente Sánchez ha conformado un equipo de relevos curioso: Albares, el serio, al que se le nota incómodo en este sainete; por otro lado, Óscar Puente (un saludo al dossier), el que se inmola sin importar las consecuencias ni las sustancias consumidas.

Milei sabe cómo manejar la política sucia en primera persona. Ha estado solo mucho tiempo como para querer ahora externalizar la confrontación. En cambio, Sánchez depende de su equipo para hacer el trabajo sucio, manteniendo su imagen relativamente limpia.

La solución es difícil, porque al desaire diplomático de España, Argentina ha decidido no responder, dejando en pataleta patria la respuesta exacerbada. La respuesta calculada de Argentina de no involucrarse directamente en el conflicto diplomático coloca a España en una posición aún más difícil. Sin una respuesta clara desde Buenos Aires, la situación se convierte en una demostración de la impotencia española y resalta la estrategia fallida de Sánchez. Este silencio estratégico por parte del Estado argentino expone aún más las debilidades en la táctica de confrontación populista de Sánchez, dejando a su administración en una posición vulnerable y ridícula.

Buena suerte tiene Sánchez con los populistas de Vox, que cuando más los necesita salen en su auxilio. La paradoja es evidente: aunque Sánchez se presenta como opositor al populismo de derechas, su supervivencia política depende de la existencia de Vox.